Expertos internacionales elaboraron un amplio estudio de las aguas internacionales contra las amenazas humanas de la industria pesquera, los plásticos y el cambio climático, entre otros.

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Académicos de la Universidad de York, de Oxford y otros centros educativos de excelencia planearon la importancia de salvaguardar la vida silvestre y mitigar los impactos del cambio climático.

Para ello, los científicos presentaron un innovador estudio para proteger los océanos del mundo. Se trata de un plan para lograr la protección del 30% de los océanos del mundo para 2030 de las amenazas de la industria pesquera, los plásticos y el cambio climático, entre otros.

Este es un objetivo que la ONG Greenpeace junto a académicos de la Universidad de York y Oxford establecen como crucial para salvaguardar la vida silvestre y mitigar los impactos del cambio climático.

"Como nunca antes las aguas del mar están amenazadas por la pesca intensiva, los plásticos y el cambio climático. Es por esto que necesitamos con urgencia proteger al menos un tercio de nuestros océanos para 2030.

"Nuestra investigación demuestra que esto es completamente posible y que este plan preservará la vida marina, ayudándola a enfrentar la crisis que atraviesan los océanos", afirmó Estefanía Gonzalez, Coordinadora del programa de Océanos de Greenpeace Andino.

El estudio 30×30 presenta el diseño de una red global de áreas marinas protegidas en aguas internacionales. Para su confección, se trazó la distribución de especies, incluidas aquellas en peligro de extinción, hábitats críticos para la biodiversidad y ecosistemas únicos para generar una cadena de santuarios oceánicos, libres de actividad humana. A través de un mapa interactivo se pueden explorar diversos escenarios para la protección, así como puntos calientes de vida silvestre y amenazas al océano.

Es sabido que las aguas internacionales abarcan el 70% del espacio vital del planeta, donde alberga una impresionante riqueza de vida marina y ecosistemas, esenciales para la salud de la Tierra. Las negociaciones que comenzaron este año en la ONU hacia un Tratado Global del Océano podrían abrir el camino para la protección de los océanos fuera de las fronteras nacionales, que cubren 230 millones de kilómetros cuadrados.

El plan para la protección de los océanos se basa en un estudio científico realizado por un equipo de expertos dirigido por el profesor Callum Roberts de la Universidad de York para diseñar una red de áreas marinas protegidas para las aguas internacionales.

El equipo de investigación incluyó a científicos de las Universidades de York, Oxford, Edimburgo y Salford, y el estudio contó con el apoyo financiero de 'Umweltstiftung Greenpeace' (Environment Foundation Greenpeace), Alemania, que promueve la protección del medio ambiente y la naturaleza, así como la paz.

Más allá de las aguas nacionales, hay un océano que abarca casi la mitad de la superficie de la Tierra y acoge un mundo submarino complejo, rico y diverso. Esta vida marina impulsa la bomba biológica del océano: captura el carbono en la superficie y lo almacena a gran profundidad. Sin este servicio esencial, nuestra atmósfera contendría un 50% más de C02 y la temperatura del planeta sería tan alta que lo haría inhabitable.

Los océanos del mundo se enfrentan a una presión creciente debido al cambio climático, la pesca industrial, la acidificación de los océanos, la contaminación por plásticos y las amenazas emergentes de la minería de los fondos marinos y otras industrias extractivas.

Este modelo para la protección de los océanos ha sido diseñado por un equipo científico de la Universidad de York (Reino Unido). Para ello, se han basado en datos biológicos, oceanográficos, biogeográficos y socioeconómicos, tales como la distribución de tiburones, ballenas, montes submarinos, fuentes hidrotermales, frentes oceánicos, afloramientos, zonas biogeográficas y áreas con mayor presión pesquera comercial y explotación minera. Esta red de protección aumentaría considerablemente la resiliencia de los océanos y sus ecosistemas ante el cambio climático.

Los santuarios marinos son una herramienta clave para proteger los hábitats y las especies, para reconstruir la biodiversidad oceánica, para ayudar a los ecosistemas oceánicos a recuperarse y para mantener los servicios ecosistémicos vitales. Naciones Unidas tiene la oportunidad de establecer reglas sólidas para crear y gobernar los santuarios marinos en alta mar con un instrumento internacional legalmente vinculante que proteja la vida marina y los hábitats fuera de la jurisdicción nacional.

El alta mar engloba el 43% de la superficie de la Tierra y el 70% del espacio vital en el planeta, incluyendo tierra y mar. Estos enormes espacios albergan un complejo mundo marino, con una vida rica y diversa que nada tiene que envidiar a la de las aguas costeras y de la tierra.

 - La vida marina que habita este mundo es el motor de la bomba biológica del océano: captura el carbono en la superficie y lo almacena a gran profundidad. Sin este servicio esencial, nuestra atmósfera contendría un 50% más de dióxido de carbono y la temperatura del planeta sería tan alta que se volvería inhabitable.

–  La alta mar se enfrenta a la creciente explotación por parte de un puñado de naciones ricas. La pesca y la emergente industria minera en los fondos marinos se suman a amenazas más amplias como el cambio climático, la acidificación, la contaminación por plásticos y de otro tipo, etc.

– Los santuarios marinos son una herramienta clave para proteger los hábitats y las especies, para reconstruir la biodiversidad oceánica, para ayudar a los ecosistemas oceánicos a recuperarse y para mantener los servicios ecosistémicos vitales.

– La Organización de Naciones Unidas (ONU) tiene la oportunidad de establecer reglas sólidas para crear y gobernar los santuarios marinos en alta mar con un instrumento internacional legalmente vinculante que permita la protección de la vida marina y los hábitats fuera de la jurisdicción nacional.

– La comunidad científica pide que al menos el 30% de los océanos del mundo se declaren santuarios marinos para 2030. Este estudio muestra exactamente cómo se puede alcanzar este 30% para proteger toda la vida marina de alta mar.

– El estudio se basa en datos biológicos, oceanográficos, biogeográficos y socioeconómicos, tales como la distribución de tiburones, ballenas, montes submarinos, las dorsales, fuentes hidrotermales, frentes oceánicos, afloramientos, las regiones biogeográficas, la presión pesquera industrial, la explotación minera, etc.

– Esta red de protección aumenta la resiliencia ante un cambio ambiental y una incertidumbre mayores a través de una apuesta por la selección de los hábitats, una amplia cobertura para promover la conectividad y los refugios de último recurso y el uso de datos de la temperatura de la superficie del mar para identificar lugares que probablemente cambien más lentamente o se adapten más fácilmente ante el aumento de la temperatura.

– Las áreas utilizadas intensivamente por las flotas pesqueras de alta mar se evitaron para reducir la posible interrupción de la actividad pesquera. Se propone una moratoria provisional sobre la minería de los fondos marinos para garantizar que las opciones se mantengan abiertas mientras se construye una red de protección.

– Los hallazgos plasmados en este informe muestran que es completamente factible diseñar una red de áreas de alta mar protegidas en todo el planeta que sean representativas de la ecología para abordar la crisis que enfrentan nuestros océanos y permitir su recuperación. La necesidad es inminente y los medios están disponibles. Lo único que se necesita es voluntad política.

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