La ONU cree que el hambre afectará a diez millones de personas.

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La peor sequía en 37 años. Así describen los medios norcoreanos la falta de lluvias que padece esta primavera la nación asiática, que entre enero y mayo sólo ha contabilizado 54,4 milímetros de precipitaciones de promedio, un 42,3% de lo recogido en años anteriores. Se teme que la insuficiencia de agua agudice la carestía de alimentos pronosticada hace unas semanas por dos agencias de la ONU, que indicaron que 10 millones de norcoreanos –un 40% de la población– se enfrentan a una “grave escasez de alimentos” después de que el país registrara su peor cosecha en una década el ­pasado otoño.

“Estamos especialmente preocupados por el impacto que tendrá esta temprana sequía en los niños y adultos que ya están luchando por sobrevivir”, aseguró Mohamed Babiker, representante de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja en Corea del Norte. “Incluso antes de esta sequía uno de cada cinco niños menores de cinco años tenía problemas de crecimiento por su mala nutrición. Nos preocupa que estos menores no puedan lidiar con más estrés en sus cuerpos”, añadió.

Según los informes, las bajas precipitaciones y la falta de nieve durante el invierno han dejado cultivos como el trigo o la cebada –que deben ser cosechados el próximo mes– expuestos a temperaturas bajo cero que los pueden dañar. En las últimas semanas, los medios norcoreanos informaron de que los funcionarios y los trabajadores están inmersos en una “dura batalla” por encontrar nuevas fuentes de agua y por movilizar bombas y equipos de riego que permitan salvarlos.

La propaganda estatal también sigue culpando de las dificultades económicas a las sanciones internacionales que EE.UU. ha promovido para “estrangular” al país. “Corea del Norte quiere hacer que parezca que las sanciones equivalen a la inanición, por lo que Estados Unidos debería ser benevolente y renunciar a ellas”, explicó Benjamin Silberstein, editor en el medio especializado North Korean Economy Watch. De hecho, las sanciones no prohíben la importación de comida o la llegada de ayuda humanitaria –algo que Seúl ya se plantea y para lo que cuenta con el beneplácito de Washington– e incluso impiden que Pyongyang exporte alimentos que podrían utilizarse para satisfacer las necesidades.

La escasez de comida es algo recurrente en Corea del Norte. En los años noventa el país sufrió una gran hambruna que provocó la muerte de hasta un millón de personas, según algunas estimaciones. Regularmente, hay noticias sobre falta de alimentos o sequías, como la que en el 2017 diezmó su producción de arroz, maíz o patatas. Por ahora no hay indicios de que la situación actual sea tan severa, con noticias que incluso señalan que el precio del arroz ha caído en las últimas semanas, algo que contradice una situación de carestía. Sin embargo, si los datos oficiales se demuestran correctos, se estima que necesitarían importar hasta 1,5 millones de toneladas para hacer frente a la crisis.

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