Una investigación de la Universidad Nacional constató que la destrucción de playas será ineludible en el futuro.

cartagena

La erosión es un fenómeno que significa la destrucción de cientos de kilómetros de playa o pérdida de terrenos que albergan ecosistemas costeros o que son aptos para las actividades humanas. Se trata de un problema que parece crecer con el aumento del nivel del mar al que están expuestas muchas ciudades, entre ellas Cartagena.

Así, al menos, lo mostró Johanna Paola Echeverry Hernández, estudiante de la Maestría en Geografía de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), que calculó los índices de sensibilidad costera ante la erosión en Bolívar, y constató que la capital es la más afectada.

Entre los puntos más afectados están las zonas de Galerazamba, Loma Arena, Las Canoas, Arroyo de Piedra, La Boquilla, Crespo, Bocagrande, Tierrabomba, Mamonal y la isla de Barú.

Por el contrario, la sensibilidad es menor en los sectores de Amanzaguapos, Arroyogrande, Punta Canoas, Castillogrande, zona sur de Mamonal, corregimiento de Barú y la bahía de Cholón, zonas cubiertas con bosques, lagunas costeras, manglares, pastos marinos y vegetación secundaria.

A través de un análisis espacial multicriterio, Echeverry estableció que los terrenos que no han sufrido intervención humana son menos sensibles a la erosión, mientras que aquellos que han sido modificados para actividades agrícolas o proyectos urbanísticos están expuestos.

En su estudio determinó que las áreas más transformadas, es decir, aquellas conformadas por el sector urbano de Cartagena y otros puntos, tienen el 54,84 % de sensibilidad ante eventos erosivos, mientras que las áreas agrosistémicas –bosques naturales y vegetación secundaria– tienen un 21,97 % de susceptibilidad.

Con respecto a las áreas con superficies de agua y húmedas, como los pantanos de manglar, tienen una sensibilidad del 16,50 %, mientras que en las zonas más naturales esta es del 18,50 %, lo cual evidencia la resiliencia o capacidad para recuperarse ante eventos ambientales como la erosión costera.

Para su análisis, la estudiante estudió la geomorfología o características de la superficie terrestre de la zona, la cobertura de la tierra y los patrones de oleaje en aproximación al área de estudio. Sobre estos criterios aplicó la técnica conocida como proceso de jerarquía analítica (AHP, por sus siglas en inglés), el cual selecciona alternativas en función de una serie de criterios o variables, normalmente jerarquizados, los cuales suelen entrar en conflicto.

Después, mediante herramientas de sistema de información geográfica (SIG) realizó una superposición ponderada de resolución de problemas multicriterio, obteniendo la ubicación de las zonas más sensibles del litoral.

Según la estudiante, la planificación de la costa colombiana ha sido desordenada y por eso los propietarios de construcciones y terrenos cercanos a las playas en Bolívar, en especial de Cartagena, tienen una amenaza latente: el mar.

“Todos soñamos con una casa en la playa que tenga vista al mar, pero esa es una idea romántica, que no se corresponde con la realidad de las zonas costeras donde confluyen el medio fluvial, marino y terrestre, y las cuales son muy susceptibles ante la intervención humana”, dice.

Desde la metodología aplicada, que puede servir de base para generar propuestas de manejo del riesgo de desastre fundamentadas en análisis científicos, la investigadora advierte que el equilibrio de las zonas costeras se ve alterado por la intervención de los seres humanos, razón por la cual en Cartagena hay una gran presencia de espolones –estructuras colocadas transversalmente en la línea de la costa– que tienen un fuerte impacto ambiental y se utilizan como protección para que el mar no se lleve los terrenos construidos.

Para la futura magíster siempre que se desarrolla una ciudad costera se piensa: hay tierra, arena, se rellena y se construye, pero la naturaleza sigue su ciclo normal y si la construcción no se hace en una zona estable y con sedimentos, en algún momento va a estar en riesgo.

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