Una nueva investigación internacional desvela como este continente se separó de Australia y la Antártida hace 80 millones de años y como un gran terremoto lo hundió.

Crédito: Josep Ramos Rocarols / La Vanguardia

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Recientes perforaciones marinas han revelado que Zelandia, el “continente sumergido” situado en el suroeste del Océano Pacífico, experimentó cambio de elevación drásticos hace entre 50 y 35 millones de años.

Los hallazgos, publicados en la revista Geology, proponen que esta agitación topográfica de Zelandia podría deberse a una reactivación generalizada de fallas antiguas vinculadas a la formación del actual Anillo de Fuego del Pacífico occidental.

Un equipo internacional de investigadores, del que forma parte la paleontóloga del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) de la Universidad de Zaragoza, Laia Alegret, ha sido el encargado de arrojar estos nuevos datos sobre el origen y la formación de Zelandia.

Zelandia es una región de corteza continental de dos veces el tamaño de la India (4,9 millones de km2), está sumergido bajo las aguas del Pacífico y de el solamente afloran sus montañas más alta: Nueva Zelanda y Nueva Caledonia. Según las nuevas evidencias halladas por este equipo científico, el séptimo continente surgió de dos eventos tectónicos.

Primero se desprendió de Australia y la Antártida hace 80 millones de años y después fue moldeado y hundido por las fuerzas que iniciaron el Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de volcanes y terremotos que se extiende a lo largo de las costas occidentales de América del Norte y del Sur, y a través del Pacífico occidental hasta Nueva Zelanda.

Alegret es la única científica española que ha participado en la expedición al océano Pacífico a bordo del buque de perforación Joides Resolution, junto a otros 31 científicos, en 2017. Con estas perforaciones se han obtenido miles de microfósiles del fondo marino del continente.

”Los resultados de esos estudios han cambiado lo poco que se sabía sobre este continente oculto”, ha explicado Laia Alegret. “Nos han permitido conocer cómo evolucionó como un continente independiente, tras separarse de Australia y la Antártida hace 80 millones de años, cómo cambió la profundidad de sus mares a lo largo del tiempo, en qué momentos emergió y se hundió, condicionando las migraciones de las especies, las corrientes oceánicas y el clima global”, añade.

Además, estas perforaciones han permitido precisar el movimiento de las placas tectónicas, que parece tener relación con la formación del Anillo de Fuego del Pacífico. “Estos resultados aportan información sobre el cambio climático y sobre procesos geológicos fundamentales, con implicaciones en la prevención de riesgos geológicos como el vulcanismo o los terremotos”, explica Alegret.

La mayoría de la comunidad científica defensa desde la década de 1970 que el perfil inusualmente bajo de Zelandia se debe al adelgazamiento de su corteza al separarse de Gondwana, el antiguo supercontinente que incluía la Antártida y Australia, hace unos 85 millones de años.

El actual estudio, liderado por el geofísico de la Universidad Victoria de Wellington en Nueva Zelanda, Rupert Sutherland, ha encontrado evidencias de que algunas regiones de Zelandia se elevaron incluso por encima del nivel del mar entre 50 y 35 millones de años, mientras que otros puntos se hundieron en las aguas profundas y, posteriormente, toda la región se hundió al menos un kilómetro.

El Anillo de Fuego del Pacífico es una zona de volcanes y terremotos resultantes del proceso geológico de la subducción, que ocurre cuando una placa tectónica se hunde bajo la tierra.

Sutherland y su equipo proponen un nuevo evento de ruptura. Según ellos, la subducción se propagó a lo largo de todo el Pacífico Oeste hace 50 millones de años, un proceso que habría sido similar a un terremoto masivo súper lento que resucitó antiguas fallas de subducción.

”Probablemente no existe ningún análogo actual de este proceso”, señala Sutherland , pero las evidencias de Zelandia sugieren que estos eventos pueden alterar dramáticamente la geografía de los continentes. Este mismo evento creó recursos naturales, afectó al clima global y cambió la dirección y velocidad de movimiento de casi todas las placas tectónicas del planeta. “Realmente fue un acontecimiento de importancia global”, añade.

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