Naciones Unidas presentó el año pasado un estudio en el que aseguraba que la capa de ozono podría verse reconstituida en 2060 si se siguen aplicando las regulaciones acordadas, aunque advirtió de que es imposible saber exactamente cuándo desaparecerán de la atmósfera todas las sustancias nocivas.
Detrás de este informe está el Panel de Evaluación Científica sobre el Agotamiento del Ozono y, entre sus expertos, dos físicas de la Universidad Complutense de Madrid, Natalia Calvo y Marta Ábalos, quienes estudian la dinámica de la estratosfera, la capa de la atmósfera que alberga la capa de ozono.
Los CFC, generados principalmente en las ciudades y de ‘larga vida’, viajan hacia los polos por medio de la circulación atmosférica y destruyen el ozono en la Antártida en primavera (septiembre y octubre en el hemisferio sur), porque sólo ahí se dan las condiciones necesarias para la reacción: temperaturas muy frías combinadas con radiación solar.
De esta forma, aunque la capa de ozono está distribuida homogéneamente por todo el planeta, el agujero se concentra en el polo sur.
Además de los CFC, hay otros factores que modulan la destrucción del ozono cada año, como el Niño y la Niña, señala Calvo, quien precisamente se encargó de recopilar las últimas investigaciones sobre este tema para el informe.
Asimismo, el informe alerta sobre los hidrofluorocarbonos (HFC), sustitutos de los CFC tras su prohibición; estos “no destruyen el ozono, pero son gases de efecto invernadero”, explican, y ya ha sido vetada su utilización a través de la Enmienda de Kigali -al citado protocolo-, en vigor desde este enero.
Sin embargo, ambas científicas recuerdan que el agujero de la capa de ozono es un problema independiente del cambio climático y, por ello, el cierre de dicho agujero no significa que el cambio climático esté remitiendo: “el problema fundamental para el planeta son los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano”.
De hecho, Calvo afirma que “aunque se frenasen hoy todas las emisiones, hay parte del cambio climático que es irreversible”, y ambas coinciden en que, aunque este último informe prueba el éxito de la prohibición de los CFC -aunque se hayan constatado emisiones en Asia-, no va a ser tan fácil con los gases de efecto invernadero.
“Con los CFC fue fácil porque era un mercado pequeño y se encontraron sustitutos fácilmente. Sin embargo, los gases de efecto invernadero se producen prácticamente en todas las actividades industriales y el freno de su emisión requiere de un cambio mucho más profundo en el sistema socioeconómico”, aclara Ábalos.
“Los científicos ya hemos mostrado los datos. Ahora la pelota está en el tejado” de los políticos, concluyen estas físicas.
Fuente: EFEverde