Los investigadores ya conocen el genoma del SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad covid-19. Ese es un gran avance, ¿pero y si de repente comienzan a notar que el virus está mutando?

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La palabra mutación suena dramática, pero en realidad es parte de la rutina de los virus formados por cadenas de ácido ribonucleico (ARN), que transportan la información genética del virus.

"La mutación es un aspecto monótono de la vida para un virus de ARN (como el coronavirus)", escribió en un reciente artículo de la revista Nature el microbiólogo Nathan Grubaugh, profesor de epidemiología en la facultad de medicina de la Universidad de Yale en Estados Unidos.

A medida que un virus se reproduce haciendo copias de sí mismo, va generando unos “errores“ en su genoma que se traspasan a las futuras copias del virus.

Los virus tienen un ARN "propenso al error", explica Grubaugh, así que acumulan mutaciones en cada ciclo de copiado.

El experto, sin embargo, explica que la mayoría de estas mutaciones impactan negativamente algunas funciones del virus y son removidas por selección natural.

"La mutación es una consecuencia inevitable de ser un virus", dice Grubaugh, quien sostiene que la mutación de un virus no es motivo de preocupación durante el brote de una enfermedad.

A principios de marzo un estudio realizado en Wuhan, China, con 103 pacientes contagiados de covid-19 sugirió que el coronavirus había mutado en al menos dos nuevas cepas, una más agresiva y otra menos agresiva que el coronavirus que se ha estado propagando.

Esta investigación, sin embargo, no convenció a varios científicos.

Grubaugh, por ejemplo, dijo que las conclusiones del estudio eran "pura especulación", ya que los cambios que habían hallado eran tan insignificantes que no podían considerarse nuevas cepas.

Richard Neher, biólogo y médico de la Universidad de Basel en Suiza, se refirió al supuesto hallazgo de una nueva cepa más agresiva como un "artefacto estadístico", relacionado con la región en la que se realizaron las pruebas.

Los autores del estudio, por su parte, advirtieron que su investigación estuvo basada en información “muy limitada”.

Stanley Perlman, virólogo de la Universidad de Iowa, quien trabajó en el comité internacional que le dio nombre al coronavirus, le dijo al diario The Washington Post que el virus "no ha mutado de manera significativa".

En entrevista con BBC Mundo Tarik Jasarevic, vocero de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirmó que "hasta el momento no tenemos evidencia de ningún cambio en el virus".

"Si el virus no cambia es más fácil encontrar posibles soluciones", dice Jasarevic de la OMS.

Un virus estable, como hasta ahora ha mostrado ser el SARS-CoV-2, les permite a los científicos conocer mejor a qué se enfrentan.

Es útil, por ejemplo, para saber durante cuánto tiempo ha estado circulando el virus entre la población, explica Rutherford.

La estabilidad del SARS-CoV-2 también podría ser una ventaja para el desarrollo de una vacuna.

En un artículo de la revista Science Andrew Rambaut, biólogo evolutivo molecular de la Universidad de Edimburgo, explica que el SARS-CoV-2 acumula en promedio entre una y dos mutaciones por mes.

"Eso es entre dos y cuatro veces más lento que la gripe".

El virus de la gripe muta mucho más rápido, por lo que cada año se hace necesaria una nueva vacuna. Esto ocurre porque el cuerpo humano deja de ser inmune a la nueva versión del virus.

Peter Thielen, genetista molecular de la Universidad Johns Hopkins, afirma que solo se han visto entre cuatro y 10 diferencias genéticas entre las cepas que han infectado a personas en Estados Unidos y el virus original que se propagó en Wuhan.

“Ese es un número relativamente bajo de mutaciones (para un virus) que ha pasado a través de una gran cantidad de personas”, dijo Thielen al diario The Washington Post.

"En este punto, la tasa de mutación del virus sugeriría que la vacuna que se desarrolle para el SARS-CoV-2 sería una vacuna única, en lugar de una vacuna nueva cada año, como la vacuna contra la gripe".

En un hilo de Twitter, el biólogo especialista en vacunas Trevor Bedford calculó que con base en las mutaciones ocasionales que podría tener el SARS-CoV-2, al virus le tomaría “algunos años en vez de meses” mutar lo suficiente como para "inhibir significativamente" el efecto de una vacuna.

Los expertos estiman que lograr un vacuna efectiva contra el covid-19 podría tardar entre un año y 18 meses.

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