Científicos capturaron al calamar de 110 kilos y lo disecaron para poder analizarlo y obtener más conocimiento sobre esta especie.

Crédito: NIWA

Crédito: NIWA

Un equipo científico a bordo del Tangaroa, una embarcación perteneciente al Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera (NIWA, por sus siglas en inglés), emprendió un viaje hace un mes para poder estudiar la merluza hoki (Macruronus novaezelandiae), un pez común en la costa de Nueva Zelanda, y no esperaban encontrarse con un calamar gigante (Architeuthis).

Cuando recogieron su red de arrastre y se encontraron con un espécimen de 4 metros y 110kg se quedaron sorprendidos al ver los tentáculos entrelazados del gigante ya fallecido.

El científico del NIWA, Darren Stevens, explica que se necesitaron seis miembros de la tripulación para sacar el calamar de la red y ponerlo en una lona.

No está claro si el animal murió en la red o si estaba muerto antes de que los investigadores lo recuperaran, pero su cuerpo puede ayudar a descubrir algunos de los misterios que rodean a estas criaturas míticas.

El investigador de la Universidad Tecnológica de Auckland, Ryan Howard, que estaba a bordo del Tangaroa, realizó un examen y diseccionó el animal. Se extrajeron muestras de gran valor científico del calamar para su posterior estudio. Howard, experto en calamares gigantes, se centrará en el estudio de los ojos, por lo que aprovechó la oportunidad de obtener muestras frescas para estudiar. “Fue un conjunto de circunstancias realmente único obtener dos ojos frescos”, asegura Stevens.

El calamar gigante posteriormente fue disecado, con el objetivo de analizar las muestras de diferentes partes de su cuerpo que pueden arrojar resultados valiosos sobre esta especie: “Tomamos el estómago porque prácticamente no se sabe nada sobre la dieta de un calamar gigante porque cada vez que las personas parecen atrapar uno, rara vez hay algo en sus estómagos”, declaró Howard.

Para comprender mejor el ciclo de vida del calamar gigante, se retiró de la cabeza del animal una pequeña estructura ósea llamada statolith. Se usará para estimar la edad del calamar.

El calamar no fue el único hallazgo emocionante en la expedición. En el mismo viaje, otro de los investigadores trataba de buscar una especie de tiburón que brilla en la oscuridad. Se trata de Jérôme Mallefet, experto en tiburones bioluminiscentes de la UCLouvain.

Según Mallefet, al menos el 11% de todas las especies de tiburones conocidas pueden emitir luz bioluminiscente; la mayoría de estos son pequeños tiburones que habitan a profundidades de más de 200 metros. Brillan por una serie de posibles razones: evitar la depredación, atraer presas o para el cortejo.

Crédito: Dr. J.Mallefet

Crédito: Dr. J.Mallefet

Con una sala completamente a oscuras a bordo para imitar la profundidad del océano, Mallefet trató de fotografiar a los tiburones con una cámara especializada, y lo consiguió.

Logró tomar imágenes de tres especies diferentes de tiburones bioluminiscentes: el tiburón linterna del sur (Etmopterus granulosus), el tiburón lucifer (Etmopterus lucifer) y el carocho (Dalatias licha).

”Yo estaba tan feliz. Estaba soñando con capturar imágenes de tiburones bioluminiscentes en el viaje y las obtuve ”, asegura Mallefet.

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