dos nuevos mundos fueron hallados por astrónomos internacionales orbitando la estrella la estrella de Teegarden. Los últimos avances tecnológicos, permiten centrar la búsqueda de nuevos mundos potencialmente habitables.

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Gracias a los últimos avances tecnológicos, desde hace una década que los astrónomos de todo el mundo llevan adelante una búsqueda frenética de planetas potencialmente habitables, con la esperanza de que en alguno de ellos pueda desarrollarse la vida. Y un ejemplo claro de ello fue el descubrimiento de dos nuevos exoplanetas que serían similares a la Tierra orbitando la estrella Teegarden, distante a 12,5 años luz del Sol.

La posibilidad de encontrar vida en los planetas alrededor de enanas rojas es una de las grandes cuestiones de la astronomía moderna. En los últimos años se han publicado estudios para hacer pensar que las enanas rojas podrían tener las condiciones necesarias para albergar vida.

Entre los últimos descubrimientos, en febrero de 2017 la comunidad astronómica se revolucionó al hallar un sistema solar con siete planetas similares a la Tierra.

Se trató de Trappist-1 una estrella enana ultrafría, ubicada a 39 años luz, que es diez veces más pequeña y 2,5 veces más fría que nuestro Sol. A tal punto es diferente que resulta más comparable con un planeta como Júpiter que con una estrella como el Sol. Allí, los planetas giran en órbitas muy apretadas alrededor de su sol, tan apretada que el sistema entero apenas mide más que la distancia entre el Sol y Mercurio.

"Hay otros mundos ahí fuera como la Tierra, que tienen algunas cosas en común y que podemos imaginarnos", dijo el integrante de la NASA Thomas Zurbuchen. "La pregunta '¿Estamos solos ahí fuera?' se está respondiendo ahora mismo".

Hay 100.000 millones de estrellas en la galaxia y se cree que alrededor del 15% de ellas son enanas ultrafrías como Trappist-1. Aun si una fracción de ellas tuviera un sistema planetario, y una fracción de ellos estuviera en una zona habitable, potencialmente habría millones de mundos por explorar. "El hallazgo nos hace suponer que la cuestión no es si, sino cuándo, se encontrará una segunda Tierra", agregó Zurbuchen.

En abril de 2017 otro sistema solar con planetas potencialmente habitables volvió a encender las luces de esperanza de hallar vida fuera de la Tierra.

Se trató de LHS 1140b, el nuevo planeta descubierto 1,43 veces más grande que la Tierra, que tiene un diámetro de 18.221 kilómetros en comparación a los 12.742 kilómetros de la Tierra. "Este es el exoplaneta más excitante que se vio en la última década", remarcó Jason Dittmann, astrónomo del Centro Harvard-Smithsoniano de Astrofísica y principal autor del estudio publicado en Nature.

Por su parte, consultado por Infobae, el doctor Gustavo Romero, investigador superior del CONICET y profesor titular de Astrofísica Relativista en la UNLP, explicó: "LHS 1140b es un planeta que gira en torno a una estrella fría roja, LHS 1140, que contiene solamente el 15% de la masa de nuestro Sol y tiene al menos 5 mil millones de años de edad. El planeta pasa delante de su estrella una vez cada 15 días visto desde la Tierra".

Y agregó: "El planeta está 10 veces más cerca de su estrella que la Tierra del Sol, justo en el medio de la zona habitable de la LHS 1140 y recibe alrededor de la mitad de la luz solar de la estrella. "El planeta, que tiene entre 4,8 y 8,5 veces la masa terrestre, orbita a solo 0,09 unidades astronómicas de la estrella, lo cual equivale a unos 15 millones de kilómetros. Su radio es de alrededor de 1,4 veces el de la Tierra, lo que significa que es increíblemente denso (12,5 g/ cm3). Tiene más de dos veces la densidad media de la Tierra".

Esta semana, un grupo de investigadores ha anunciado el descubrimiento de dos exoplanetas, potencialmente habitables y con un tamaño similar al de la Tierra, alrededor de la estrella de Teegarden. Ambos planetas están dentro de la zona habitable y cabe suponer que son tan viejos como su estrella. Por lo que, de tener algún tipo de vida, ha tenido mucho más tiempo que la de nuestro planeta para evolucionar.

"Teegarden solo tiene el 8 % de la masa solar. Es mucho más pequeña y menos brillante que el Sol. De hecho, pese a estar tan cerca de la Tierra, no se descubrió hasta 2003", explicó el investigador Ignasi Ribas, coautor del estudio.

La temperatura de la estrella es de 2.600 grados centígrados (frente a los 5.500 del Sol) y al ser diez veces menos masiva que éste, es 1.500 veces más débil, por lo que irradia la mayor parte de su energía en longitudes de onda rojas e infrarrojas, ideal para CARMENES, que está diseñado para observar este tipo de radiación.

Para determinar si había planetas alrededor de la estrella, los científicos emplearon la técnica Doppler, ideada para descubrir planetas que no se pueden observar de manera directa.

Y es que, cuando un planeta orbita una estrella, la atracción gravitatoria hace que ésta también se mueva, por tanto, cuando una estrella se acerca y se aleja, se puede deducir que hay un planeta en órbita.

Desde muy pronto, las mediciones Doppler de mostraron la presencia de al menos dos señales, ahora identificados como los planetas Teegarden b y Teegarden c.

El primero tiene una masa similar a la de la Tierra y orbita la estrella cada 4,9 días, mientras que el segundo completa su órbita en 11,4 días, "que es lo que dura su año, es decir, están muchísimo más cerca de su estrella de lo que está la Tierra del Sol".

"Teegarden b, el más interno, recibe un 10% más de luz que nosotros del Sol, por eso creemos que tal vez esté demasiado caliente y quizás no tenga agua, pero esto es una especulación porque hay aspectos de los sistemas climáticos que desconocemos y que podrían permitir que hubiera agua líquida", explicó Ribas.

El segundo, Teegarden c, está en medio de la zona habitable, lo que significa que su temperatura en la superficie está entre cero y cien grados: podría perfectamente tener agua en la superficie.

La próxima década, cuando los investigadores tengan a su disposición los telescopios gigantes como el E-ELT (Extremely Large Telescope) o el Telescopio de Treinta Metros (TMT), que serán capaces de captar imágenes directas de las estrellas y sus planetas, será "clave y apasionante", añade Ribas.

Para los astrónomos, el concepto de zona habitable se limita al rango de órbita de un planeta alrededor de una estrella por el cual la temperatura permitiría la existencia de agua en estado líquido. Pero eso es teórico, y el agua puede tener efectos negativos, como gases del calentamiento global.

Y la habitabilidad requiere más que agua y luz: se ha especulado que Marte una vez tuvo agua, pero perdió su atmósfera y se convirtió en el desierto que hoy es. También se sabe que campos magnéticos de gran fuerza son condición para la vida en la superficie de un planeta, porque la protege de la radiación y los vientos solares.

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