Una explicación de su funcionamiento para comprender la importancia del proyecto de la UBA que planea entrenar canes para detectar coronavirus.

ocico

Los perros forman parte del grupo de vertebrados calificados como macrosmáticos (-macro: grande, -osmia: olfato). Su olfato, potente y muy sensible, es esencial para su supervivencia: a través de él localizan la comida, encuentran su pareja de apareamiento, desencadenan reacciones de defensa, y marcan y defienden su territorio.

Con su asombroso sentido del olfato, los perros pueden reconocer y detectar cualquier olor. En el hocico, tienen unas estructuras óseas en forma de espiral (pliegues) que aumentan notablemente la superficie de olfacción. Esta superficie es de aproximadamente 150 centímetros cuadrados y se calcula que contiene entre 200 y 300 millones de células olfatorias, con sus receptores correspondientes. Esta cifra es mucho mayor que la presente en el epitelio olfatorio de los seres humanos.

El ser humano forma parte del grupo de vertebrados denominados microsmáticos (-micro: pequeño), la superficie olfatoria de 2,5-5 centímetros cuadrados y tiene alrededor de 20 a 30 millones de células olfatorias con sus receptores. Este desarrollo menor del sentido del olfato se debe a que, en la evolución, la bipedestación nos alejó del suelo y perdimos paulatinamente la capacidad de reconocer nuestro entorno mediante este sentido.

El olfato es un sentido químico que ha sido poco estudiado, pero hoy en día, en plena pandemia, ha alcanzado alta relevancia, y se comienzan a conocer detalles de su fisiología y las alteraciones que pueden ocurrir.

Volviendo a los canes, algunas razas reciben adiestramiento del olfato como, por ejemplo:

- Pastor alemán.

- Labrador.

- Pastor belga.

- Springer spaniel.

- Border collie.

- Golden retriever, entre otras.

Su gran capacidad olfatoria y docilidad permite entrenarlos para realizar salvamentos, búsqueda de explosivos, de estupefacientes y, de esta manera, se convierten en una ayuda imprescindible para la realización de determinadas actividades profesionales.

Son conocidas historias de pequeños grandes héroes ya que ayudan a encontrar a personas debajo de escombros luego de derrumbes, o en la nieve luego de desastres naturales. Su olfato es tan fino que pueden detectar olores hasta 12 metros de profundidad bajo la tierra. Han sido de gran ayuda también en la detección de cuerpos sin vida y, en el caso de femicidios, en el rescate de las víctimas.

Por supuesto, necesitan un adiestramiento previo. Este se basa, en términos general, en ofrecerle una recompensa (juguete o alimento de su agrado) cuando aprende a reconocer un olor.

Los tiempos de entrenamiento dependen de la raza, preservando siempre el bienestar del animal.

El adiestrador y el perro forman un binomio en el cual se genera una relación estrecha de confianza y empatía entre ambos. Por supuesto, es un proceso que lleva tiempo. En el entrenamiento, se adiestra a los perros para localizar básicamente cuatro olores:

- Olor de una persona ahogada (detecta. olor a dióxido de carbono).

- Hueso humano quemado.

- Estrés propio de personas en situaciones difíciles (por ejemplo, terremotos).

- Putrefacción que desprenden cadáveres escondidos.

En condiciones normales, el cuerpo humano emite compuestos volátiles orgánicos, que sufren modificaciones al contraer una enfermedad. Es así que los perros, con su olfato potente y sensible, pueden detectar estados de hipoglucemia, y cáncer de pulmón, colon y próstata.

En la actualidad, y en relación con la pandemia por el SARS-Cov-2, resulta sumamente interesante el trabajo iniciado en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires en un proyecto transdisciplinario para la detección del coronavirus causante de COVID-19.

La Escuela de Medicina de Veterinaria de Alfort (Francia) es pionera en este tipo de trabajo, con resultados altamente efectivos en cuanto a la identificación de las muestras.

En nuestro país, el estudio se encuentra en la etapa de diseño y planificación para iniciar las prácticas con los perros utilizando muestras de sudor, que deberán ser tomadas de forma muy rigurosa mediante un proceso especial. Se asume que el virus también está presente en las glándulas sudoríparas, por lo que la técnica consiste en recoger la muestra de sudor con una gasa estéril, que se guarda en un recipiente estéril. La tarea de nuestros amigos caninos adiestrados es discriminar las muestras de pacientes negativos o positivos.

Fuente: INFOBAE

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