La mariposa pasa por un ciclo biológico de cuatro fases básicas: huevo, larva, crisálida e imago. Durante el mismo se disuelve la crisálida para permitir la liberación al exterior de la mariposa tal como la vemos. Y la que permite que eso ocurra es la enzima proteolítica serrapeptasa.
La vida moderna genera procesos inflamatorios relacionados al smog, alimentos procesados, químicos, ondas electromagnéticas, el estrés con el que se vive día a día. De acuerdo a diversos estudios los procesos inflamatorios están presentes en la gran mayoría de las enfermedades, desde la artritis hasta el asma bronquial, pasando por la enfermedad cardiovascular, sinusitis, osteoporosis y otras.
La serrapeptasa se transformó a nivel global en una alternativa viable de origen natural a los fármacos para el tratamiento del dolor agudo y crónico. A diferencia de los antiinflamatorios no esteroideos AINEs (aspirina, ibuprofeno, diclofenac, entre otros), la serrapeptasa no genera daño de la mucosa gastrointestinal.
La serrapeptasa tiene la capacidad para disolver coágulos y por lo tanto ayuda en el tratamiento de diversas enfermedades cardiovasculares. Según especialistas, disminuir hinchazón y hematoma, eliminar secreciones bronco-pulmonares (efecto mucolítico), acelerar la recuperación en cuadros inflamatorios en oídos (otitis) y garganta (faringitis, disfonías), favorecer la cicatrización de lesiones, son algunos lo de los tantos efectos que ofrece la serrapeptasa.
Un factor importante para que la serrapeptasa cumpla su función antiinflamatoria es que puede resistir a la acidez de los jugos estomacales, y lograr liberarse a nivel intestinal.