Agricultores franceses protestan por sus bajos ingresos y los ataques de los ecologistas radicales.

Crédito: ERIC FEFERBERG / AFP

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Un día después de una acción similar de sus colegas alemanes en Berlín, los agricultores y ganadores franceses han llevado este miércoles sus tractores a París -y también a otras ciudades como Lyon y Toulouse- para expresar su protesta por la situación del sector, los ingresos demasiado bajos de sus explotaciones, la política de tratados comerciales de la Unión Europea y los ataques que sufren de parte del movimiento ecologista, vegano y antiespecista más radical.

Centenares de tractores están perturbando los accesos a la capital francesa, incluida la autopista para llegar al aeropuerto Roissy-Charles de Gaulle, así como la autovía periférica. Su intención es avanzar hasta la elegante avenida Foch -que desemboca en el Arco de Triunfo-, pero la policía está dispuesta a impedirlo. Los tractores usan la clásica operación caracol, la marcha lenta para provocar un gran atasco. Algunos de los vehículos llevan, en el morro, pancartas en las que se apela directamente al presidente de la República a atender sus reivindicaciones. “Macron, responde”, dicen algunos de los carteles. Ha habido varios incidentes incluso en los Campos Elíseos, donde se han esparcido balas de paja.

El malestar entre los agricultores y ganaderos franceses viene de lejos. No en vano se da entre ellos, desde hace años, una tasa de suicidios mucho más elevada que la media nacional. Están descontentos con la ley de alimentación, quieren una distribución de ingresos más equitativa en toda la cadena comercial, de la producción a la venta final, les indignan los tratados de libre comercio de la UE con Canadá y el Mercosur, que, según ellos, permiten la importación de productos sin las mismas garantías medioambientales.

Una de sus mayores quejas es la ofensiva contra agricultores y ganaderos de parte de ecologistas radicales que les reprochan contaminar el entorno con los pesticidas. Los antiespecistas (aquellos que rechazan de modo rotundo la explotación de los animales, incluso como recurso alimenticio) han atacado decenas de explotaciones agropecuarias, a veces provocando incendios que las han destruido totalmente, y han perpetrado agresiones físicas y acciones vandálicas contra carnicerías.

El descontento de los agricultores se suma al malestar de muchos colectivos en Francia, desde los maestros a los policías, los bomberos y el personal sanitario. Es un país en ebullición desde que comenzó el movimiento de los ‘chalecos amarillos’, hace ya más de un año, y que vivirá el próximo 5 de diciembre una gran huelga contra el proyecto de reforma de las pensiones, piedra angular del proyecto reformista de Macron.

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