Lo que sucedió detrás de los “ataques acústicos” experimentados por el personal del gobierno de USA en La Habana, Cuba, a partir de finales de 2016 sigue siendo un misterio. Un nuevo estudio busca pistas en el cerebro de los trabajadores que quedaron expuestos a ellos.

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Las exploraciones cerebrales por resonancia magnética de 40 pacientes —23 hombres y 17 mujeres— mostraron variaciones en la estructura cerebral y la conectividad funcional, que mide las relaciones entre diferentes regiones cerebrales, en comparación con otros 48 adultos. Las exploraciones se tomaron entre agosto de 2017 y junio de 2018.

“Hubo diferencias grupales en todo el cerebro”, dijo la autora del estudio Ragini Verma, profesora de radiología y neurocirugía en la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania. “Especialmente en un área llamada cerebelo, que también está implicada en el tipo de síntomas clínicos que la mayoría de estos pacientes estaban demostrando, que son el equilibrio, el movimiento ocular, el mareo, etc”.

Según el estudio, también se observaron diferencias en la conectividad en las áreas auditiva y visuoespacial del cerebro. Sin embargo, los autores señalan que la importancia clínica de estos hallazgos es incierta, y que no tuvieron imágenes por resonancia magnética anteriores de los pacientes para comparar cómo se veían sus cerebros antes de los incidentes.

Muchos de los estacionados en La Habana informaron haber escuchado sonidos “intensamente fuertes” provenientes de una dirección específica, que describieron como “zumbido”, “pulido de metal”, y “chillidos penetrantes”, según otro estudio publicado por muchos de los mismos autores el año pasado.

El gobierno de Cuba ha negado su responsabilidad en los ataques a los diplomáticos y dijo que las acusaciones sobre los ataques acústicos son “una falacia”.

“Los sonidos a menudo se asociaban con estímulos sensoriales vibratorios o de presión”, según el estudio anterior. “Los estímulos sensoriales se compararon ‘desconcertante sonido’ del aire dentro de un automóvil en movimiento con las ventanas parcialmente cerradas”.

Un paciente informó haber escuchado dos pulsos de 10 segundos, mientras que otros dijeron que podían escuchar el sonido durante más de 30 minutos, según el informe.

Además, la mayoría de los pacientes reportaron problemas con la memoria, la concentración, el equilibrio, la vista, la audición, el sueño o los dolores de cabeza que duraron más de tres meses.

Muchos informaron sentirse “mentalmente confusos” o “ralentizados” durante meses, dijeron los autores. Algunos informaron irritabilidad y nerviosismo, con dos criterios de reunión para el trastorno de estrés postraumático. También se observó un desempeño laboral más pobre.

Tres personas eventualmente necesitaron audífonos para una pérdida auditiva de moderada a severa, y otras tenían zumbidos o presión en sus oídos. Más de la mitad necesitaba que le recetaran un medicamento para dormir o para tratar los dolores de cabeza. Muchos no pudieron regresar al trabajo, al menos por un período de tiempo.

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