A finales de 2019, inusuales tormentas e inundaciones en las costas del mar Arábigo, precedidas por la irrupción de cinco ciclones tropicales ligados al rápido calentamiento de las aguas del océano Índico, sirvieron de caldo de cultivo para la proliferación en masas de estos insectos.
Llegados desde un Yemen consumido por la guerra, estos migrantes voladores invadieron entonces áreas húmedas de Somalia, el sur de Etiopía y el norte de Kenia en enjambres de un tamaño medio de unos 250 campos de fútbol; devastando a su paso los pastos de los que dependen millones de pastores nómadas.