El organismo de derechos civiles del estado de California ha acusado a la empresa de autos eléctricos Tesla de discriminación racial contra trabajadores afroamericanos en una de sus fábricas.

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No es la primera vez que sucede. La compañía propiedad de Elon Musk ha sido objeto de varias demandas por discriminación en la fábrica californiana de Frement en los últimos meses. En diciembre de 2021, seis mujeres se querellaron contra la empresa alegando una cultura de acoso sexual en esa instalación de California y en otras.  Poco antes, en octubre de 2021, un jurado de California dictaminó que Tesla debía pagar a un exempleado negro 137 millones de dólares en daños por no actuar frente al racismo que padeció el hombre en la planta de Fremont.

Ahora es el organismo de derechos civiles del estado de California el que acusa a Tesla. Kevin Kish, director de la agencia, aseguró haber encontrado evidencias de que "la fábrica de Tesla en Fremont es un lugar de trabajo segregado racialmente, donde los trabajadores afroamericanos enfrentan insultos racistas y discriminación en la asignación de tareas, disciplina, salarios y promociones".  Kish señaló que el organismo que dirige ha recibido cientos de quejas de los trabajadores de la planta en las que se asegura que los empleados son regularmente objeto de jerga y bromas racistas por compañeros y directivos. "Los hechos en este caso hablan por sí mismos", dijo Kish.

Comunicado de Tesla

Antes de publicarse la acusación, Tesla emitió un comunicado asegurando que "se opone a todo tipo de discriminación y acoso" y que está comprometido a ofrecer "un espacio de trabajo seguro, respetuoso, justo e inclusivo". Pero extractos de la acusación, publicada por la agencia y presentada ante un tribunal de California el miércoles (9.2.2022) por la noche, ofrecen una imagen muy distinta.

El texto de la agencia hace explícitas las quejas de los afectados. Al parecer, había trabajadores que se referían a las zonas donde estaban destinados muchos empleados afroamericanos con nombres históricos racistas, como "la plantación". También se mofaban de ellos con "insultos racistas" y los provocaban con "confrontación física y verbal" que los acababa llevando a sanciones disciplinarias.

Además, era habitual que los trabajadores no negros recibieran un trato preferencial en la fábrica: se les asignaban las tareas más fáciles y eran tratados con más indulgencia en los procedimientos disciplinarios.  Un trabajador "escuchó estos insultos racistas hasta 50-100 veces en un día", señala la agencia. Algunos empleados con tatuajes de la bandera confederada solían enseñarlos para intimidar a los compañeros afroamericanos.

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