el Papa Francisco quiso recordar en una solemne misa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano a quienes han perdido la vida intentando llegar a Europa, y rendir un homenaje a quienes ponen en peligro la propia para intentar salvarlos.

Crédito: AFP

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Hace exactamente seis años, Jorge Mario Bergoglio realizó su primer viaje como Pontífice a la isla de Lampedusa, puerta de entrada a Europa para migrantes y refugiados, y escenario de la guerra abierta entre el Gobierno italiano y las ONG de rescate en el Mediterráneo. Sólo tres meses después de su histórica visita, el naufragio de una embarcación con 500 personas a bordo se convirtió en una de las mayores tragedias que han visto los habitantes de la isla en los últimos años. Este lunes, el Papa Francisco quiso recordar en una solemne misa en la Basílica de San Pedro en el Vaticano a quienes, desde entonces, han perdido la vida intentando llegar a Europa, y rendir un homenaje a quienes ponen en peligro la propia para intentar salvarlos.

El Papa Francisco celebró la misa ante cerca de 250 personas entre las que se encontraba un gran número de inmigrantes y socorristas. Durante la homilía, el Pontífice hizo un llamamiento para acoger y ayudar a los migrantes y refugiados que "hoy son un símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada". "No se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias. No se trata sólo de migrantes", señaló. Los migrantes "son antes que nada seres humanos", recordó.

"En este sexto aniversario de mi visita a Lampedusa, pienso en los 'últimos' que todos los días claman al Señor, pidiendo ser liberados de los males que los afligen. Son los últimos engañados y abandonados para morir en el desierto; son los últimos torturados, maltratados y violados en los campos de detención; son los últimos que desafían las olas de un mar despiadado; son los últimos dejados en campos de una acogida que es demasiado larga para ser llamada temporal", denunció el Pontífice. "Desafortunadamente, las periferias existenciales de nuestras ciudades están densamente pobladas por personas descartadas, marginadas, oprimidas, discriminadas, abusadas, explotadas, abandonadas, pobres y sufrientes", añadió.

La celebración se produjo en medio de las tensiones que se viven en Italia después de que varias ONG de rescate desafiaran la política migratoria impulsada por el ministro del Interior, Matteo Salvini, y atracaran sus embarcaciones humanitarias sin autorización en el puerto de Lampedusa, con decenas de migrantes rescatados en el mar a bordo.

En su homilía, Francisco reflexionó sobre la imagen de la escalera de Jacob. "La conexión entre la tierra y el cielo es segura y accesible para todos. Pero subir los escalones de esta escalera requiere compromiso, esfuerzo y gracia". Y eso sólo se puede hacer ayudando "a los más débiles y vulnerables", señaló el Pontífice.

El 8 de julio de 2013, cuatro meses después de su elección, y en medio de una de las mayores crisis migratorias de los últimos años, el Papa Francisco viajó hasta Lampedusa para homenajear a los muertos en el Mediterráneo y denunciar "la globalización de la indiferencia" hacia los migrantes.

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