Algunos incidentes violentos llevaron a decretar el toque de queda en la ciudad de Cali.

Crédito: Juan Zarama / EFE

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El rechazo a las políticas del presidente Iván Duque y el descontento generalizado de los colombianos continúa en aumento y ahora, con más fuerzas que nunca. Este último jueves decenas de miles de personas decidieron salir a las calles a expresar su descontento con una situación que lleva alargándose meses. Se recorrieron todas las avenidas de Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga, Cúcuta y otras capitales bajo una sola consigna, exigir al Gobierno cambios en la política económica y social para frenar la desigualdad y la pobreza que sacude al país.

“Este paro nacional básicamente tiene como propósito rechazar las reformas laboral, pensional y tributaria del Gobierno de Iván Duque que van en contravía de derechos conquistados por el movimiento sindical y por los trabajadores en años de lucha”, ha dicho a Efe Carlos García, miembro de la Coordinadora de Organizaciones Sociales (COS).

Los sindicatos también piden al Gobierno un mayor compromiso con la implantación del acuerdo de paz con la disuelta guerrilla de las FARC. Así como mayores protecciones hacia indígenas y líderes sociales, los grupos más vulnerables dada la situación convulsa que se vive.

Por otro lado, otro de los objetivos principales es exigir la retirada de la reforma laboral y la de las pensiones, en especial subir la edad de jubilación, que en la actualidad es de 57 años para mujeres y 62 para hombres.

El Ministerio del Interior calcula que a las manifestaciones han acudido unas 207.000 personas en todo el país, dato que puede quedarse corto tras lo visto en las calles.

El ambiente festivo y pacífico dominó gran parte de la jornada. Los universitarios fueron los grandes protagonistas. Mediante banderas, instrumentos y artilugios varios, los estudiantes animaron a la gente a sumarse a la marcha hacia la Plaza de Bolívar en Bogotá, el Parque de las Luces en Medellín o el Paseo Bolívar de Barranquilla.

El aumento de la inversión en educación fue el hilo conductor de sus protestas.

A esta marea humana estudiantil se unieron trabajadores, indígenas, sindicalistas, afrodescendientes e incluso exguerrilleros de las FARC que se acogieron al acuerdo de paz.

El toque de queda tuvo que ser decretado en Cali, capital del departamento del Valle del Cauca y tercera ciudad de Colombia, por el alcalde Maurice Armitage.

“Después de ver la manifestación de unas 20.000 personas que concurrieron en paz hasta el CAM (Centro Administrativo Municipal), no tengo otra opción que decretar el toque de queda (...) Una serie de vándalos, desadaptados y delincuentes están atracando y saqueando negocios”, dijo Armitage a periodistas.

El toque de queda también fue el recurso implantado en Candelaria y Jamundí, municipios cercanos a Cali donde también hubieron ataques violentos.

Según datos oficiales del director de la Policía en el país, Óscar Atehortúa, 28 agentes y 8 civiles resultaron heridos.

Parece que la rabia latinoamericana empieza a tener un potente efecto llamada. Siguiendo la estelada de Ecuador y Chile, la oposición colombiana ha querido plantar cara a Iván Duque, un líder que sin duda pierde fuelle conforme pasan los meses.

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