Dos economistas crean un modelo económico con el que calculan que con un incremento del 2,8% se eliminarían las tareas más "extremas" que desempeñan los niños. Para acabar con la práctica por completo hace falta un 47%.

cacao

¿Cuál es el precio que debemos pagar los consumidores por eliminar el trabajo infantil de la cadena de producción de las deliciosas tabletas de chocolate? Dos economistas estadounidenses han calculado cuánto habría que aumentar el precio del cacao para que siguiera dando los mismos beneficios a sus productores sin necesidad de emplear a niños, más baratos y manejables: un 2,8%. Ese es el precio de sacar a un menor del colegio para ponerlo a trabajar en el campo.

Jeff Luckstead y Lawton L. Nalley han diseñado un modelo económico para calcular la repercusión en la cuenta de la compra de este comercio más justo. "Desarrollamos un modelo de hogar agrícola, en el que los ingresos son generados por el cultivo de cacao. Para esta labor, el hogar puede usar el tiempo de los adultos, el de los niños o el de trabajadores contratados", explica Luckstead. Este 2,8% se refiere al aumento que resultaría tras eliminar las formas de trabajo infantil más "extremas" (las que incluyen tareas peligrosas o implican más de 42 horas semanales), suprimir las "normales" (entre 14 y 42 horas semanales), lo elevaría al 12%, mientras que desligar por completo a los menores de la producción de cacao haría que subiese un 47% (trabajar menos de 14 horas semanales). La Organización Internacional del Trabajo establece estas tres diferencias atendiendo a criterios de duración de la jornada laboral y la peligrosidad de las tareas.

"Las discusiones sobre el precio del cacao y otros productos básicos son complejas, pero es necesario tenerlas. Proporcionar un precio justo al agricultor puede ser un punto de partida clave para abordar la pobreza y el trabajo infantil. Sin embargo, este no es el único problema a tratar. El acceso a servicios de calidad como educación, salud y registro de nacimientos es igualmente importante", puntualiza Muhammad Rafiq Khan, de la oficina de Unicef en Ghana.

Los economistas desarrollaron su modelo en el contexto de Ghana, el segundo país productor de cacao (20% del total global), y que da trabajo directo a dos millones de personas. "El modelo que hemos empleado podría adaptarse a otras situaciones. Sin embargo, dependiendo del tema y el mercado, habría que hacer modificaciones", advierte el investigador. En este país de África occidental Unicef calcula que hay alrededor de 200.000 niños trabajando en este sector en las condiciones más duras. Toda la región de África Occidental acapara el 70% de la producción mundial de cacao, un sector que emplea a 2,2 millones de niños, según en Cacaobarómetro de 2018, un informe realizado por 15 ONG europeas. El número uno lo ocupa Costa de Marfil, un país que aporta el 40% de este producto.

El Gobierno de Ghana lanzó en 2017 un plan para reducir estas cifras. "Hay que abordar las situaciones de pobreza que llevan a las familias a depender de los ingresos que puedan aportar los niños, y cambiar las percepciones sociales que valoran el trabajo infantil como normal, aceptable o incluso necesario", recalca Blanca Carazo, responsable de Programas de Unicef Comité Español. "Son mano de obra barata, obediente y muy rentable, para muchas familias, la única alternativa para sobrevivir", secunda David del Campo, director de Cooperación Internacional de Save the Children. Un 30% de los niños de Ghana abandona el colegio en primaria, un 15% nunca ha pisado una escuela, según datos de la Unesco.

"Es extremadamente difícil hacer cumplir la ley de trabajo infantil sin empujar a las familias a la pobreza. Por eso creamos este modelo, porque los hogares del cacao estarían más dispuestos a reducir estas prácticas si no les supusiera una carga financiera. Además, los consumidores quieren productos obtenidos éticamente, incluido el cacao", explica uno de los autores del estudio. La investigación se encuadra dentro del Cocoa Livelihood Program, un proyecto de la Fundación Mundial del Cacao, patrocinado por la Fundación Bill y Melinda Gates y destinado a mejorar los medios de vida de más de 200.000 pequeños productores en África subsahariana a través de capacitación, diversificación de cultivos y organizaciones de agricultores. "Tradicionalmente, el sistema ha centrado su esfuerzo en la respuesta (es decir, retirar a los niños del trabajo infantil), pero la evidencia muestra que un enfoque más integral y preventivo que contemple el empoderamiento económico y el desarrollo, la educación y la protección infantil es más efectivo", recalca Rafiq Khan.

La investigación no analiza si los consumidores estarían dispuestos a asumir ese aumento de precio, qué mecanismos de control habría que establecer para garantizar que el incremento se traduce realmente en la reducción del trabajo infantil. "Sería necesario acompañar esta medida de intervenciones para el cambio social, y de mecanismos de protección que no dependan del mercado o la producción", apunta Carazo. "También hay que poner el acento en los productores que compran ese cacao para fabricar sus productos y que a veces se basan en relaciones comerciales abusivas. Son ellos los que exigen que se siga produciendo más a bajo coste", indica del Campo.

El coautor del estudio señala un dato interesante: "Si tiene éxito en reducir o eliminar las peores prácticas de empleo de menores, la Junta de Comercialización del Cacao de Ghana podría etiquetar su producto como libre de trabajo infantil, lo que diferenciaría su cacao de otros países y mejoraría su comercialización".

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