La manera más común de mirar la desigualdad de un país es utilizando el Índice de Gini, el cual mide la diferencia de ingresos. Mientras más bajo el indicador, menos desigualdad existe. Es decir, el cero representa la completa igualdad.

Crédito: GETTY IMAGES

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Este índice solo considera la desigualdad de los ingresos, no refleja todas las otras dimensiones de la vida diaria.

"Al final lo que la gente percibe como desigualdad, es la desigualdad de acceso a servicios como la salud, la educación, el transporte o la seguridad en los barrios", le dice a BBC Mundo Luis Felipe López-Calva, director del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.

"Hay desigualdad escondida en el Gini", apunta.

Por otro lado, ese indicador tampoco mide la concentración de la riqueza en un país, razón por la cual puede resultar engañoso.

López-Calva explica que si miramos exclusivamente la desigualdad de ingresos, ésta se puede explicar por dos razones: porque cambia el mercado laboral o porque cambia la redistribución de ingresos (ya sea a través de impuestos o subsidios).

Básicamente, no existe una sola forma de bajar la desigualdad. Tanto es así, que por ejemplo, un país más igual no tiene por qué ser sinónimo de un país mejor o más justo. De hecho, puede ocurrir que en un país las personas sean todas más pobres y, por lo tanto, son más iguales.

Pese a las falencias del Gini, a partir de 1990 los países que más han reducido la desigualdad de ingresos son: El Salvador, Bolivia y Guatemala, utilizando los datos del Banco Mundial.

En el caso de los países donde no se midió el indicador en 1990, utilizamos el año más cercano a esa fecha, y lo comparamos con la información más reciente.

Así es como El Salvador pasó en tres décadas de tener un índice de ingresos de 54, a uno de 38, la desigualdad más baja de toda América Latina.

Luego sigue Bolivia, que pasó de 58,1 a 44 y en tercer lugar Guatemala, que redujo su desigualdad desde un 59,6 a 48,3.

El cuarto lugar lo ocupa Nicaragua y el quinto Chile. Hay países que quedaron excluidos de la la lista, porque no había información disponible en los organismos internacionales.

En el caso de El Salvador y Guatemala, la mayor parte de la caída en la desigualdad, se debe al mercado laboral y no a la redistribución, señala López-Calva.

"En esos países ha habido una reducción en la brecha salarial entre aquellos que tienen más educación y aquellos que tienen menos educación".

Lo mismo ha ocurrido en México, agrega, donde en ciertos períodos se ha reducido la brecha, pero con estancamiento de salarios.

"La razón es que han caído los salarios de los que tienen educación universitaria. Lo cual no es una buena señal. Es una caída de la desigualdad que no quieres ver".

Lo ideal sería ver una caída de la desigualdad con aumento de salarios para todos, pero eso no siempre ocurre.

"No todas las desigualdades se reducen de la misma manera", apunta.

En el caso de Bolivia también se dio una disminución de la desigualdad por una caída en el mercado laboral, y no tanto por la redistribución de ingresos, pese a que sí hubo.

"Bolivia es un país que ha redistribuido y que tiene programas universales, pero como ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos, se redistribuye menos de lo que se debería", dice López-Calva.

En contraste, Uruguay ha bajado la desigualdad de manera importante a partir de 2007.

"El punto de inflexión fue una reforma fiscal muy comprensiva. Pero además hubo un cambio salarial, producto de negociaciones entre sindicatos y empleadores".

Y en el otro lado del espectro hay dos países que han seguido un camino muy diferente.

"Chile y Colombia son sistemas fiscales que redistribuyen poco. No tiene que ver con los gobiernos. Es una característica estructural de esos dos países", argumenta López-Calva.

En América Latina el 20% más pobre de la población se queda con cerca de 4% del ingreso total, explica el representante de la ONU, mientras que el 20% más rico se queda con casi la mitad de todo el ingreso.

Esa es otra manera de medir la desigualdad. Y también existen otros mecanismos como analizar la concentración de la riqueza en la parte más alta de la pirámide.

En el Banco Mundial han estudiado el tema de la desigualdad de ingresos en la región centrándose en los últimos 10 años.

Bajo esa perspectiva, los países que menos la han reducido son: Costa Rica, México, Chile y Panamá.

"Estos países tienen una desigualdad persistentemente alta con disminuciones relativamente mínimas en el tiempo", señala en un email el organismo, en respuesta a la solicitud de información hecha por BBC Mundo.

"Puede indicar que su crecimiento económico no ha sido inclusivo", agrega.

Y los que más han reducido la desigualdad en la última década son Bolivia, Ecuador y El Salvador, con los datos disponibles entre 2007 y 2017.

El caso de El Salvador es paradójico y sirve para ejemplificar por qué en ocasiones la disminución de la desigualdad no es una señal de que el país en su conjunto está mejor.

"El Salvador es una de las sociedades más igualitarias de la región", dicen los expertos del Banco Mundial. Y al mismo tiempo, "casi la mitad de la población tiene un ingreso cercano al umbral de pobreza".

La reducción de la desigualdad se explicaría, entre otros factores, porque han cambiado los salarios. Sin embargo, la mayoría de los sueldos son muy bajos.

"El país ha visto un pequeño aumento en su clase media, pero su tamaño sigue estando por debajo de los estándares centroamericanos y regionales", apuntan.

Y otro elemento importante a considerar es que la baja en la pobreza y desigualdad está relacionada con la llegada de remesas de los salvadoreños que viven en el exterior.

"La tendencia es una mejoría en la región porque han aumentado relativamente los ingresos de los sectores más pobres", le dice a BBC Mundo Laís Abramo, directora de División Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

"A pesar de los avances, sigue siendo la región más desigual del mundo".

Abramo agrega que al mirar la evolución de los ingresos en Latinoamérica, queda claro que el crecimiento económico no es suficiente para que disminuya la desigualdad.

Y distingue dos grandes períodos en los últimos años: entre 2002 y 2014, donde se produjo una mayor reducción de la pobreza y la desigualdad, y un segundo período, entre 2015 y 2017, donde se produjo "una disminución del ritmo de reducción de la desigualdad de ingresos".

Al mirar la tendencia por países, la investigadora explica que algunos han logrado reducir más la pobreza y la desigualdad porque inicialmente tenían núcleos duros familias con grandes desventajas.

Pero cuando los países reducen la pobreza en esos núcleos duros, lo que sigue después es más desafiante.

"Llega un cierto punto en el desarrollo de un país en que se hace más difícil bajar la desigualdad".

"Chile es un país con altos niveles de desigualdad", dice Abramo, a pesar de que ha tenido una mejoría en la distribución del ingreso y la reducción de la pobreza.

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¿Y por qué los manifestantes en Chile han puesto en el centro de sus demandas la desigualdad?

"Es que en Chile hay otros factores, como la insatisfacción con el sistema de pensiones", contesta la investigadora.

"Chile fue primer país de América Latina que privatizó el sistema de pensiones. Cuarenta años después, los resultados son muy negativos".

"El 82% de la población recibe pensiones inferiores a un salario mínimo". Entonces, argumenta, la gente no solo protesta contra la concentración de los ingresos, sino por las pensiones y la falta de acceso a salud, educación y otros servicios sociales.

En eso coincide Luis Felipe López-Calva. "En Chile la desigualdad ha sido estructuralmente alta para el nivel de ingresos que tiene ese país".

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