Sus esfuerzos para lograr la paz con Eritrea, tras largos años en guerra, le han valido este prestigioso galardón.

Crédito: Francisco Seco / AP

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Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopía ha ganado el premio Nobel de la Paz 2019, por su papel clave a la hora de acabar con una larga guerra entre Etiopía y Eritrea que se cobró más de 70.000 vidas. Así lo ha anunciado esta mañana en Oslo el Comité Noruego del Nobel, que ha escogido entre más de 300 candidatos. A pesar de que la favorita en todas las casas de apuestas era la activista Greta Thunberg, la joven sueca no se ha alzado finalmente con el premio.

Ahmed repite nominación después de no lograr el reconocimiento en 2018. A pesar de que algunos pensaban que sus opciones para ganar se habían visto reducidas por el incremento de la violencia étnica y los miles de desplazados de este último año en esta región, finalmente se ha alzado con este prestigioso galardón por sus esfuerzos para lograr la paz con Eritrea.

Etiopía y Eritrea, enemigos históricos, libraron una sangrienta guerra entre 1998 y 2000, con miles de víctimas mortales y refugiados. Las relaciones se reestablecieron en julio de 2018 después de años de hostilidad, gracias, en gran parte, a los esfuerzos de Abiy Ahmed.

“Abiy Ahmed ha iniciado importantes reformas que dan a muchos ciudadanos la esperanza de una vida mejor y un futuro más brillante. Pasó sus primeros 100 días como primer ministro levantando el estado de emergencia del país, otorgando amnistía a miles de prisioneros políticos, descontinuando la censura de los medios, legalizando grupos de oposición prohibidos, destituyendo a líderes militares y civiles sospechosos de corrupción, y aumentando significativamente la influencia de mujeres en la vida política y comunitaria etíope. También se ha comprometido a fortalecer la democracia celebrando elecciones libres y justas”, ha destacado el Comité del Nobel.

La oficina del primer ministro ha emitido un comunicado en el que valoran el reconocimiento a Ahmed y afirman que Etiopía está “orgullosa como país” de esta distinción a uno de sus ciudadanos más ilustres. Con el premio concedido al líder etíope, nacido en 1976 en Beshasha, se quiere “reconocer a todos los actores que trabajan en favor de la paz y la reconciliación en Etiopía y en las regiones del este y noreste de África”, apunta el Comité.

Nombrado primer ministro hace tan solo año y medio, llegó al poder acompañado de una gran popularidad entre los etíopes y con promesas de aperturismo y reconciliación. Logró la paz tras veinte años de guerra y legalizó a los partidos de la oposición que habían sido censurados. Tal era el nivel de entusiasmo que supuso para un país teñido desde hace años con un Parlamento monocolor y líderes de decisiones autocráticas, que medios internacionales como la revista The Economist empezaron de hablar de “Abiymanía”.

Con 43 años, es probablemente el líder político con más educación del país, y en su currículum cuenta con un doctorado, experiencia militar y la creación de la Agencia de Seguridad de Redes de Información (INSA), servicio de espionaje del país africano. El primer ministro etíope nació el 15 de agosto de 1976 en Agaro, un área rica en recursos naturales y café -el producto estrella de la exportación etíope- de la región de Oromia (suroeste), donde vive el grupo étnico más grande del país, los oromos.

Creció en una familia multicultural formada por una madre amara -el otro gran grupo étnico del país- de religión cristiana ortodoxa y un padre oromo musulmán. Casado y con 3 hijas, Abiy habla con fluidez, además de inglés y amárico (principales lenguas del país), oromo y trigriña. Fueron estas raíces mestizas, unidas a su juventud y el carisma de un líder que se ha ganado la opinión internacional, el signo que trajo esperanza a la población, que lo consideraba la persona que podía liderar la anhelada unidad nacional después de años de protestas constantes de oromos y amaras.

Ahmed comenzó su carrera política sirviendo en el Ejército etíope, con el que participó en misiones internacionales de paz en varios países, entre ellos Ruanda; y se doctoró en el Instituto de Estudios de Seguridad y Paz de Adís Abeba en 2017. También llegó a ser nombrado ministro de Ciencia y Tecnología en 2015, y fundó la INSA, una agencia de ciberseguridad que ha vigilado de forma masiva a la población etíope, incluidos a disidentes de Europa y América del Norte.

Sin embargo, estas medidas estrella aplaudidas por la comunidad internacional, y ahora por el Comité Nobel de Noruega, se han visto nubladas por algunas críticas y por el hecho de que Etiopía fue en 2018 el país con más nuevos desplazados del mundo, crisis que dejan latente los problemas multiétnicos de una nación a la que Abiy quiso traer la paz.

El Nobel de la Paz se fue ya el año pasado a África, al recibirlo el médico congoleño Denis Mukwege, que lo compartió con la activista iraquí yazidí Nadia Murad, ambos distinguidos por sus esfuerzos para terminar con el uso de la violencia sexual como arma de guerra y en conflictos armados.

Ahmed se suma a la larga lista de personalidades e instituciones de todo el mundo que han sido reconocidas con este prestigioso premio entre las que es encuentras activistas como Nelson Mandela (1993) o Martin Luther king (1964) y políticos como Theodor Rooselvelt (1906), Mijaíl Gorbachov (1990) o Barack Obama (2009).

El premio, con un valor de nueve millones de coronas suecas, o alrededor de 831.000 euros, se entregará en Oslo el 10 de diciembre junto al resto de distinciones que se han ido anunciando a lo largo de la semana, Medicina, Física y Química y Literatura. El lunes se conocerá el último galardón, el Nobel de Economía.

Todos los premios se entregarán el 10 de diciembre, aniversario de la muerte del fundador, Alfred Nobel, en una doble ceremonia en el Konserthus de Estocolmo y en el Ayuntamiento de Oslo, donde se celebra el de la Paz.

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