El Gobierno del presidente Joe Biden también anunció la eliminación de poderes especiales que otorgó a algunos fabricantes de vacunas, que recibieron fondos federales.

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La intención es liberar materias primas para los principales fabricantes de vacunas en otros países, especialmente el Serum Institute of India, uno de los mayores proveedores de inyecciones contra el Covid-19 en naciones de ingresos bajos y medios.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, presentó este 3 de junio su plan para distribuir las primeras 25 millones de vacunas que la nación compartirá con otros países, al tiempo que la Casa Blanca comunicó que facilitará el acceso a suministros fabricados dentro de territorio estadounidense para la producción de dosis.

De acuerdo con el mandatario, las donaciones no tienen como fin recibir favores políticos a cambio.

El plan –recordado este 2 de junio por el secretario de Estado Antony Blinken–hace parte de un total de 80 millones de dosis anunciadas previamente por el jefe de Estado, en un momento de creciente disparidad en las campañas de vacunación en países desarrollados y naciones en vía de desarrollo.

La estrategia expone que casi 19 millones de dosis serán entregadas a través del programa Covax. Unas 6 millones de dosis irán destinadas a América Latina y el Caribe; alrededor de 7 millones al sur y sureste de Asia; y aproximadamente 5 millones a África. Las dosis restantes, poco más de 6 millones, serán entregadas directamente a naciones como Canadá, México, India y Corea del Sur.

En su anuncio, el mandatario sentenció que "estamos compartiendo estas dosis no para asegurarnos favores u obtener concesiones", sino "para salvar vidas y liderar el mundo para poner fin a la pandemia, con el poder de nuestro ejemplo y con nuestros valores".

Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional, indicó que las donaciones estarán basadas en "factores que incluyen lograr una cobertura global, responder a las crisis y ayudar a tantos países como sea posible". De igual forma, resaltó que Estados Unidos busca priorizar a sus vecinos y a naciones de América Central y del Sur.

Desde que Biden llegó a la Casa Blanca, su Administración se ha centrado en inocular a los ciudadanos, luego de que la enfermedad causara la muerte de más de medio millón de estadounidenses. Si bien, Biden prometió que Washington se convertiría en proveedor y enviaría al extranjero al menos 20 millones de dosis de las vacunas Pfizer/BioNTech, Moderna y Johnson & Johnson, además de unas 60 millones de dosis de AstraZeneca.

El plan del Gobierno de Washington fue celebrado por organizaciones internacionales, entre ellas, Naciones Unidas y el Banco Mundial, cuyo presidente, el economista David Malpass, declaró que "es un buen comienzo y espero que haya más dosis disponibles".

Por su parte, Alex Feldman, director del Consejo Empresarial Estados Unidos-ASEAN, aseveró que para los países del sudeste asiático se trata de un primer paso "simbólicamente importante", pero los envíos de dosis son una "gota en el balde" en comparación con lo que se necesita en la región.

Eliminación de poderes otorgados a farmacéuticas estadounidenses para liberar materias primas

Como parte del plan de distribución de vacunas, el Ejecutivo de Biden también anunció la eliminación de poderes especiales que otorgó a algunos fabricantes de vacunas, que recibieron fondos federales pero que aún no cuentan con las autorizaciones sanitarias como Sanofi, GlaxoSmithKline y Novavax.

La intención de esta medida es que al levantar esos poderes se podría liberar materias primas para los principales fabricantes de vacunas en otros territorios, especialmente el Serum Institute of India, el mayor fabricante de vacunas del mundo y uno de los principales proveedores de inyecciones contra el Covid-19 para países de ingresos bajos y medianos.

Jeff Zients, asesor de la Casa Blanca sobre el manejo de la pandemia, señaló que Estados Unidos continuará donando dosis adicionales cuando haya más suministros disponibles.

El anuncio de Biden se produce el mismo día en que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial instaron a las economías avanzadas del G-7 a compartir cualquier exceso de vacunas a los países en desarrollo lo antes posible. Al tiempo, pidieron a los fabricantes que aumenten la producción para beneficiar a naciones con escasos recursos.

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