Según datos del Ministerio de Salud de este país, las cifras muestran que la enfermedad avanza a gran velocidad.

Crédito: Baz Ratner REUTERS

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Es la primera vez que el ébola, una de las enfermedades más mortíferas que se conocen, afecta a una zona en guerra, por lo que la Organización Mundial de la Salud ya ha avisado de que es poco probable que el brote se contenga salvo que cese la violencia.

Este es el décimo brote de ébola en el Congo (y el segundo más grande del mundo) desde que se descubrió el virus en 1976, a raíz de varios brotes en pueblos de Sudán y del Congo (entonces Zaire). Desde entonces se han registrado unos 30 brotes de la enfermedad, casi todos en el continente africano.

El actual brote, declarado en agosto de 2018, empezó, como ya ha ocurrido antes, con la manipulación de carne de animales silvestres infectada. Desde entonces, la violencia entre grupos armados y el Ejército en el Congo ha obligado en multitud de ocasiones a los médicos que luchan contra la enfermedad a tener que suspender sus actividades, lo que provoca un aumento en el número de contagios. La guerra también ha dejado miles de desplazados a los que es muy difícil prestar asistencia.

Según la OMS, entre enero y principios de mayo, hubo 42 ataques a instalaciones de salud, con 85 trabajadores inyectados o asesinados. Además, Oxfam apunta que la desconfianza en las comunidades locales sigue siendo un obstáculo importante en el freno a la letal enfermedad, ya que muchas personas, por creencias religiosas o por temor a los 'agentes' extranjeros, evitan ser tratadas porque no creen que el ébola sea real.

La peor epidemia mundial de ébola, un "brote sin precedentes", según Médicos Sin Fronteras, comenzó en Guinea en diciembre de 2013 y se extendió por Liberia y Sierra Leona, matando a más de 11,300 personas e infectando a más de 28.500.

Se propagó por grandes ciudades, devastó comunidades enteras y afectó gravemente a los sistemas de salud y la economía de los tres países. Además de en estos tres países, se registraron casos en Mali, Senegal, Nigeria, Italia, Reino Unido y España. En enero de 2016 la OMS declaró el fin de la epidemia.

El ébola causa fiebre, dolores parecidos a la gripe, sangrado, vómitos, diarrea y se propaga entre los humanos a través del contacto con los fluidos de una persona infectada. Los brotes tienen una tasa de letalidad de entre el 50 al 90%.

En 2015 se empezó a probar una vacuna contra el ébola en personas no infectadas en contacto directo con el virus. El año pasado se suministró en el Congo para intentar hacer frente al actual brote con un enfoque "en anillo", que implica vacunar a las personas más cercanas (amigos, familiares, compañeros) de los casos sospechosos de ébola.

El secretario general de la ONU, António Guterres, anunció a principios de mayo cambios en la respuesta a la enfermedad. Uno de estos cambios sería empezar a vacunar a mujeres embarazadas y lactantes, aunque no hayan tenido contacto directo con un paciente.

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