Un estudio del Reino Unido indica que la detección del cáncer se suspendió virtualmente a fines de marzo pasado, y con ello aumentó el riesgo de muerte.

Photo by National Cancer Institute on Unsplash

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El cáncer debe diagnosticarse y tratarse sin demora. El diagnóstico oportuno podría permitir identificarlo en una etapa tratable y prevenir complicaciones. Este pensamiento ha respaldado el diseño de la prestación de servicios de salud en el Reino Unido durante décadas, que se vuelca en un estudio publicado por The Lancet. Allí se indica que “la aspiración en Inglaterra es que el 75% de los cánceres se diagnostiquen en la etapa I o II (por lo tanto, potencialmente curables) para 2028, frente a aproximadamente el 53% en 2018”.

La advertencia que pone en evidencia este estudio y cientos de especialistas en el mundo está en desorden debido a la pandemia de COVID-19. Han surgido dos cambios principales como consecuencia del confinamiento. Primero, los pacientes están asustados, especialmente los pacientes mayores y aquellos con condiciones de salud prexistentes. Muchos se están protegiendo al minimizar las interacciones entre ellos y los demás, e intentan quedarse en casa tanto como sea posible, y se los alienta a hacerlo.

Al mismo tiempo, los servicios de salud cambiaron rápidamente su atención integral de salud a una centrada casi exclusivamente en la atención de pacientes con COVID-19, aún en centros de salud donde se pusieron en marcha protocolos de atención para enfermedades cuya urgencia en la detección es determinante para la sobrevida del paciente.

El informe del especialista William Hamilton de la Universidad de Exeter, Reino Unido, sugiere una disminución en las derivaciones de aproximadamente una cuarta parte por posible cáncer de mama, pero más de la mitad por posible cáncer de piel. “La razón de esta diferencia en las derivaciones por tipo de cáncer es comprensible -dice-. La razón principal de una derivación para cáncer de seno es un bulto que la mujer ha detectado y ella y su médico saben que podría ser cáncer, mientras que para otros posibles cánceres, los pacientes probablemente sean selectivos en lo que informan a su proveedor de atención médica, y los médicos de atención primaria también están siendo selectivos en sus decisiones de derivación”.

La líder del estudio, la profesora Clare Turnbull, profesora de genómica del cáncer en el Instituto de Investigación del Cáncer de Londres, dijo: “Hemos demostrado que los retrasos en la presentación a los médicos de cabecera con síntomas y posteriormente en el acceso a las pruebas diagnósticas podrían causar más de mil muertes adicionales si no se proporciona rápidamente una capacidad extra suficiente para hacer frente al retraso. Es vital que hagamos todo lo posible para asegurarnos de que los pacientes de cáncer no se queden más atrás por las interrupciones en la atención causadas por la pandemia de COVID-19. Eso significa aumentar la capacidad lo más rápido posible para permitir que los servicios de diagnóstico de cáncer eliminen el retraso. Nuestros datos indican que la priorización de determinados grupos de pacientes puede ser eficaz para mitigar el alcance del exceso de muertes y años de vida perdidos”.

El profesor Paul Workman, director ejecutivo del Instituto de Investigación del Cáncer de Londres, dijo: “Ha quedado claro que la pandemia del COVID-19 está cobrando un alto precio a las personas con cáncer, al retrasar su diagnóstico, interrumpir el acceso a la cirugía y otros aspectos de la atención, y detener la investigación vital de nuevos tratamientos. Sabemos que los casos de cáncer han permanecido ocultos durante la pandemia, porque los pacientes han perdido la remisión al médico de cabecera y el acceso a los diagnósticos, y este estudio revela el probable impacto en las tasas de supervivencia. Se añade a las pruebas de la necesidad vital de conseguir que los servicios de diagnóstico y tratamiento del cáncer vuelvan a funcionar plenamente, y que los programas de investigación avancen una vez más, para minimizar el impacto en los pacientes de hoy y del futuro”.

El oncólogo Jorge Adán Alegría Baños, en recientes declaraciones al periódico Excelsior de México, afirmó que “todos estamos viendo las muertes y el grado de infección por COVID-19 y estamos viendo fallecer a los pacientes hipertensos, diabéticos u obesos; los pacientes con cáncer están resguardados, pero están sufriendo el detrimento de no tener o tener modificados los servicios de salud. Muchos expertos explican que, en un segundo pico, en un segundo momento vamos a ver todas las consecuencias en los pacientes con cáncer”.

La Asociación de Clínicas de Chile dio a conocer resultados de su relevamiento: entre las enfermedades oncológicas frecuentes, las que tuvieron mayor descenso en su diagnóstico fueron: cáncer mamario (-33%), pulmón (-44%), gástrico (-33%), tiroides, (-59%), próstata (-72%) y colon (-50%). Entre las menos habituales están las del sistema nervioso central (-80%), del cuello del útero (-70%), linfoma (-66,7%), leucemia (-50%) y melanoma (-44%). Las mamografías han descendido en 69%, los papanicolau en 65%, el antígeno prostático un 56% y el diagnóstico por imágenes en 54%.

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