El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, aseguró que los siete países del grupo le darán esa cantidad de inoculaciones al proyecto COVAX, liderado por la ONU, hasta finales del año 2022 para distribuirlas en los países en desarrollo. Otras de las conclusiones de la cumbre están relacionadas con el cambio climático y con las relaciones de Occidente con China.

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Este domingo 13 de junio terminó la reunión del G7, la primera que los líderes de esas naciones han tenido de manera presencial desde que empezó la pandemia del Covid-19. Los países del grupo son Alemania, Italia, Francia, Estados Unidos, Canadá, Japón y Reino Unido. Y según Johnson, todos ellos se comprometieron a enviar mil millones de vacunas contra el Covid-19 al mecanismo de COVAX.

“Me complace anunciar que este fin de semana los líderes se comprometieron con mil millones de dosis, un gran paso hacia la vacunación del mundo”, indicó el primer ministro británico. Johnson no precisó cómo aportarán esas vacunas y solo indicó que esto podría ser "directamente o mediante financiación del COVAX".

En ese sentido, el presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que su país duplicará la cantidad de vacunas que tenía pensado enviar a países en desarrollo hasta llegar a las 60 millones de dosis a finales de 2021.

Por su parte, el presidente Joe Biden aclaró que Estados Unidos aportará 200 millones de vacunas este año y otras 300 millones para mitad de 2022.

Pero el mandatario fue más tajante cuando le preguntaron sobre la liberación de las patentes de la vacuna contra el Covid-19. Este es un debate que está en el panorama mundial pues la liberación de los derechos de propiedad intelectual le permitiría a los laboratorios de otros países que no tienen tantas vacunas recrearlas y producirlas con mayor rapidez. Sin embargo, Johnson dijo que no considera viable liberar las patentes pues el compromiso que ya tienen algunos fabricantes como AstraZeneca es venderlas a costo, sin obtener ganancias.

Esto riñe con la postura de Estados Unidos. El Gobierno de Joe Biden ya había pedido a principios de mayo que las farmacéuticas cedieran sus derechos de propiedad intelectual para poder acabar con la pandemia.

Otra de las diferencias que se evidenciaron en las ruedas de prensa que dieron los mandatarios de manera individual fue sobre el origen del Covid-19. Johnson, por ejemplo, habló de una enfermedad zoonótica, reforzando la hipótesis de que surgió por un virus transmitido de un animal hacia un humano. Sin embargo, el primer ministro indicó que todavía no tenían mucha información para probar cómo surgió este coronavirus.

En cambio, el presidente Biden enfatizó en que todavía la inteligencia estadounidense no tiene certeza de si la enfermedad “fue o no consecuencia de lo que ocurrió en un mercado, con un murciélago” o si surgió por “un experimento que salió mal en un laboratorio”.

Además, señaló que China “debe empezar a actuar con transparencia”, en referencia a que los expertos de la OMS que indagaron sobre el origen del Covid-19 no tuvieron acceso total a los laboratorios chinos y a la información disponible.

Los periodistas cuestionaron a Johnson por la responsabilidad que tienen las potencias en la lenta distribución de vacunas en muchos de países, principalmente en desarrollo. “Creo que estamos produciendo vacunas lo más rápido que podemos, pero podemos hacer más”, respondió el primer ministro.

El grupo de las siete naciones precisó que para terminar con la pandemia es necesario que el 60% de la población mundial esté vacunada para finales del 2022.

El G7 acuerda un marco para prevenir futuras pandemias

Johnson indicó que los países “deben” trabajar juntos para evitar la “devastación” y, en esa medida, es que el G7 se trazó un acuerdo para prevenir pandemias futuras. El mandatario habló de implementar un “radar global” que “esté dispuesto a descubrir enfermedades antes de que se diseminen”.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, explicó que el sistema todavía está en construcción, pero que la idea es que exista un marco que permita prevenir una pandemia "antes de que se salga de control".

Parte de ese acuerdo incluye fortalecer las capacidades de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La intención es que los inspectores de este organismo tengan “poderes similares” a los que tienen los auditores del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés). “Debemos asegurarnos de que los inspectores de la OMS puedan ir a una zona a determinar de manera independiente qué está sucediendo. Tenemos la esperanza de que en el futuro, mucha de esta oscuridad sea disipada”, precisó Johnson.

Según el primer ministro, esto contribuiría a que la OMS pueda investigar qué está sucediendo con las enfermedades a lo largo del mundo para poder tomar medidas y así prevenir una futura pandemia.

Además, el comunicado del G7 señala que la intención es aumentar la capacidad de los laboratorios del mundo, mejorar los sistemas de alerta temprana y recortar el ciclo del desarrollo de vacunas, tratamientos y pruebas para que este pase de 300 a 100 días.

El G7 se compromete a aportar 100.000 millones de dólares para las finanzas verdes

Como ya es costumbre en estas reuniones, el cambio climático también estuvo en el centro de la discusión del G7. Los países hablaron concretamente de su compromiso frente a las finanzas verdes.

Los siete países se comprometieron a movilizar 100.000 millones de dólares estadounidenses por año de aquí al 2025 para ayudar a que los países en desarrollo reduzcan las emisiones de carbono y ejecuten acciones concretas frente al calentamiento global.

Pero una promesa igual se hizo en 2009, cuando los países miembros de Naciones Unidas acordaron contribuir juntos 100.000 millones de dólares cada año hasta 2020 para los países más pobres, muchos de los cuales están lidiando con el aumento de los mares, las tormentas y las sequías empeoradas por el cambio climático. Pero dicho objetivo no se cumplió.

La preocupación ahora es que el nuevo compromiso no detalla cómo las naciones lograrán ese monto, por lo que grupos climáticos criticaron ese punto. Además, aseguraron que los países ricos deberían ser más ambiciosos al momento de aportar a los países en desarrollo.

Otro de los puntos es que, más allá de las finanzas verdes, los países del G7 tienen un compromiso directo con el cambio climático pues tan solo esas siete naciones son responsables del 20% de las emisiones globales de carbono. “En este país comenzó la revolución industrial y es responsable de buena parte del carbono que hay en la atmósfera”, señaló Boris Johnson.

A pesar de ello, no hubo ningún compromiso puntual por parte del grupo. En el comunicado conjunto, solo se comprometieron a “acelerar los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mantener el umbral de calentamiento global de 1,5°C”, sin precisar qué acciones tomarían para lograr esa meta que se fija el Acuerdo de París.

Cada país ya había dicho anteriormente que aumentarían sus promesas frente a dicho pacto para 2030 y, en la cumbre del G7, solo enfatizaron en eso sin prometer nada nuevo.

Al respecto, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que los líderes del G7 habían acordado eliminar gradualmente el carbón. Pero en el comunicado no precisaron acciones puntuales para lograrlo. “Nos hemos comprometido a ampliar rápidamente las tecnologías y las políticas que aceleren aún más la transición de la capacidad ininterrumpida de carbón, en consonancia con nuestras Contribuciones determinadas a nivel nacional (del Acuerdo de París) y nuestro compromiso de neutralidad de carbono”.

Catherine Pettengell, directora de Climate Action Network, un grupo que reúne varias organizaciones de defensa ambiental, le dijo a Reuters que era alentador que los líderes reconocieran la importancia del cambio climático, pero sus palabras debían estar respaldadas por acciones específicas para recortar los subsidios para el desarrollo de combustibles fósiles y poner fin a la inversión en proyectos como nuevos campos de petróleo y gas, así como en las finanzas climáticas.

Las potencias occidentales le apuestan a la infraestructura para competir con la nueva ruta de la seda de China

El G7 quiere contrarrestar el avance económico que China ha logrado a través de su estrategia ‘The Belt and Road Initiative’. Este proyecto, conocido popularmente como la nueva ruta de la seda, le ha servido al gigante asiático para ganar poder económico en todo el mundo con préstamos y proyectos de infraestructura.

Por eso, el grupo de las siete naciones propuso un nuevo plan de infraestructura global que todavía está en construcción, pero del que ya se sabe que la meta es reducir una brecha de infraestructura de 40 billones de dólares en los países en desarrollo de aquí hasta el año 2035. Ese plan se llama ‘Build Back Better World’ (B3W).

Más allá de la apuesta económica, Occidente quiere ganar terreno perdido en la geopolítica. De hecho, este domingo Biden aseguró que el plan de infraestructura es una “alternativa democrática” a la nueva ruta de la seda.

“Creemos que una manera más ágil de ayudar a las necesidades de países alrededor del mundo es un mecanismo de financiación transparente  y basado en valores como la lucha contra el cambio climático, la salud, la tecnología digital, la equidad de género. Todo esto representa los valores que nuestras democracias representan y no la falta autocrática de valores”, expresó el presidente estadounidense.

Y agregó que esto no es una “competencia con China sino con los gobiernos autócratas alrededor del mundo”.

Pese a la postura de Estados Unidos, el lenguaje del comunicado frente a China fue más diplomático. El G7 aseguró que le pedirá a China que “respete los derechos humanos y las libertades fundamentales, especialmente en relación con Xinjiang y aquellos derechos, libertades y alto grado de autonomía para Hong Kong consagrados en la Declaración Conjunta Sino-Británica y la Ley Fundamental”.

Roces entre el líder británico y el mandatario francés en el cierre de la cumbre

El presidente francés, Macron, lanzó un afilo dardo al británico Johnson cuando aseguró que había problemas con los controles fronterizos territoriales al firmar el protocolo sobre Irlanda del Norte, sugiriendo que la región británica no era parte de Reino Unido. "No hay que enviar a la Unión Europea las incoherencias que conocemos desde el principio. Todo el mundo se tiene que calmar", dijo Macron.

Con un tono más sutil para evitar escalar las tensiones, el primer ministro británico restó importancia a las palabras de Macron, pero insistió en que "proteger la integridad territorial" de Reino Unido era trabajo de su Gobierno y que haría lo que fuera necesario para garantizar tal integridad.

El pasado sábado, Johnson amenazó con retirar el protocolo especial para Irlanda del Norte de los Acuerdos del Brexit, que facilitarían el comercio con la única frontera terrestre entre la Unión Europea y Reino Unido.

Los comentarios del francés al respecto de la pertenencia de Irlanda del Norte a Reino Unido molestaron a Dominic Raab, secretario de Relaciones Exteriores británico, quien declaró que las palabras de Macron fueron "ofensivas".

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