La misión del ‘Mapa de Barmaids y afines’ es apoyar el trabajo de las mujeres y terminar con las desigualdades en la gastronomía. Esta plataforma, creada en Argentina hace tres años, une a cientos de mujeres del sector en Chile, Perú, México y Uruguay.

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El proyecto nace de la periodista argentina Laura Marajofsky, que comenzó ‘Drink Me’, un blog sobre coctelerías y bares nocturno. Fue entonces cuando descubrió que cada vez había más mujeres detrás de la barra. Ese fue el inicio, ahora une diferentes disciplinas en su red de mujeres gastronómicas.

De visibilizar a crear conciencia

Con un diseño y estética muy atractivos, por ahora el mapa tan sólo está armado en Argentina, agrupando a más de 400 mujeres del sector gastronómico de siete especialidades distintas: destilados, vino, café, té o mate, cerveza, cocina y emprendimiento, “siete grandes categorías” que incluyen a cocineras, sommeliers y camareras, entre otras.

Aunque la comunidad en redes concentra a miles de personas, Marajofsky admite que las mujeres anotadas en el mapa representan un “número bajo” teniendo en cuenta el gigante gastronómico que es Argentina, por lo que la idea es incluir a la mayor cantidad posible.

“Buscamos desde la señora de más de 50 o 60, que trabajó toda la vida en el rubro, a las chicas que están ingresando, gente joven que se acerca a la gastronomía porque es el primer empleo”, sostiene la responsable de la plataforma.

A medida que avanzaba esa primera labor de visibilización, Marajofsky y el resto de sus compañeras comenzaron a detectar “problemáticas puntuales”. Ello les llevó a desarrollar otro tipo de actividades complementarias al mapa.

Una de las más importantes fue la elaboración en 2019 de un protocolo para capacitar al personal gastronómico en caso de que surja una situación de violencia machista. Del programa, en colaboración con el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, se beneficiaron más de 60 bares.

“No hay políticas federales integrales ni infraestructura para esto. Tuvimos que salir como actores de la sociedad civil”, asegura Marajofsky sobre esta actividad de “concientización”. A ella se suman otros proyectos de formación con perspectiva de género y de promoción de hábitos saludables en la industria gastronómica.

Un sector retrógrado

Esas mismas labores de educación en cuestiones de género son especialmente relevantes dentro del mundo gastronómico, un ámbito “muy precarizado” y en donde “se pone mucho el cuerpo”.

“¿Cómo puede ser que al año 2021 estemos discutiendo que a una chica no le tienen que tocar el culo en su espacio de trabajo? (…) ¿De dónde viene esto? De que muchas de las personas que hoy dirigen y tienen equipos a cargo son de otra época”, sostiene Marajofsky.

Cita un caso particular de hace pocas semanas en Argentina, cuando una joven de 24 años denunció a un reconocido chef por acoso sexual.

De hecho, según la Encuesta de Género en Gastronomía realizada por la propia plataforma el año pasado, más del 30 % de las mujeres del sector han sufrido algún tipo de abuso en su trabajo. Casi el 30 % procedente de jefes o superiores.

“Pareciera que nos estamos dando cuenta ahora. Nunca es tarde, pero indigna un poco que sepamos que estas cosas suceden desde hace años”, lamenta Laura Marajofsky. “Mientras esperamos que llegue el recambio generacional y cultural de la gastronomía, necesitamos un poco más de colaboración. Necesitamos que el Estado aparezca un poco más y que las empresas también participen”, agrega la responsable de ‘Barmaids y afines’.

Los siguientes pasos

Mientras continúa la implantación definitiva del mapa en otros países, el principal objetivo de Marajofsky y de sus compañeras es convertir ‘Barmaids y afines’ en una organización civil sin ánimo de lucro. De esta forma conseguirían poner el foco en un trabajo tan silencioso como necesario: formar, educar y hacer sondeos sobre las mujeres en la gastronomía.

“Queremos que esto crezca para no sólo seguirlas visibilizando (a las mujeres gastronómicas), sino poder generar masa crítica y sobre todo volumen político” con el objetivo de provocar “más cambios sustanciales y tener una incidencia concreta en el sector”, asevera Marajofsky.

La periodista aspira a conseguir un sector gastronómico menos precario, más equitativo, diverso y que en ningún caso pierda de vista la “dimensión humana” que existe detrás de todos sus trabajadores.

Y también que los propios consumidores modifiquen sus prioridades, que valoren la igualdad de género a la hora de decidir en qué lugares tomarse una copa o celebrar una cena, o lo que es lo mismo: que la “sostenibilidad humana con perspectiva de género” sea una “variable más” dentro de la gastronomía.

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