La ganadería es responsable del 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero se trata en su mayoría de metano, que tiene un tiempo de vida diez veces inferior al CO2.

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Un impuesto a la carne para que el precio refleje los costes medioambientales de su producción, derivados de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la pérdida de biodiversidad. Esta es la propuesta presentada el pasado miércoles en el Parlamento Europeo por parte de la True Animal Protein Price Coalition (Coalición TAPP), una fundación sin ánimo de lucro integrada por organizaciones de caridad, salud, agricultura y medioambiente.

Con esta tasa, que de aprobarse se aplicaría de manera progresiva a partir del 2022, se recaudarían 32.200 millones de euros anuales entre los 28 Estados miembros para el 2030. “Los ingresos generados se podrían utilizar para ayudar al sector agrícola a invertir en prácticas más sostenibles. También para bajar el IVA de frutas y verduras, ofrecer apoyo financiero a hogares con bajos ingresos, apoyar a países en desarrollo a adaptarse al cambio climático, y a proteger los bosques y la biodiversidad”, señala Cristina Rodrigo, directora de ProVeg España, una de las entidades que forma parte de la Coalición TAPP.

Rodrigo estima que la medida supondría encarecimientos de “0,47 euros más por cada 100 gramos de carne de vaca/ternera, 0,36 euros más por 100 gramos de carne de cerdo y 0,17 euros más por 100 gramos de pollo”. La directora de ProVeg añade que “se calcula que esto llevaría a una reducción de los consumos de vaca, cerdo y pollo de un 67%, un 57% y un 30% respectivamente”.

El 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial proceden directamente de la ganadería, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). “Gran parte de estas emisiones provienen de los rumiantes (vacas, ovejas y cabras) y son en forma de metano biogénico procedente de eructos del propio animal o de la descomposición de los purines o estiércoles”, afirma Agustín del Prado, Investigador del Basque Centre for Climate Change (BC3).

“Cuando un rumiante come hierba y eructa metano, este metano no se añade necesariamente a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global. Esto es así porque pasada una década, este metano se convierte de nuevo en CO2 que es capturado por la hierba y las plantas a través de la fotosíntesis, cerrando el ciclo”, explica Del Prado, quien fue también el promotor de la Red Remedia, formada por investigadores que se dedican al estudio de la mitigación del calentamiento global en la agricultura y la ganadería. El CO2 consecuencia de la quema de combustibles fósiles, en cambio, permanece más de cien años en la atmósfera.

“Se puede considerar que si no incrementamos en el tiempo el número de rumiantes, no estamos añadiendo más calentamiento a través del metano”, señala el investigador. Del Prado a punta a otro concepto importante: “Cuántas de las emisiones producidas por la ganadería ligada al territorio actualmente se podrían considerar fruto de la actividad humana y cuántas están realmente reemplazando a herbívoros salvajes que existían en la antigüedad”.

“Otras emisiones importantes derivadas de la ganadería son las de óxido nitroso (N2O), que provienen principalmente de la fertilización, el pastoreo y la gestión de las deyecciones animales”, indica Del Prado. Por otro lado, en la ganadería intensiva, aquella en la que los animales son criados en granjas, “adquieren especial relevancia la huella de carbono derivada de la fabricación de los piensos y las emisiones por el uso de gasoil o electricidad en la propia explotación ganadera, en forma de CO2”, señala el investigador.

En opinión de Del Prado, “desde el punto de vista climático es más interesante ayudar a los ganaderos a implantar medidas para reducir su huella de carbono e incentivar las producciones más ligadas al territorio”. De tener que poner un impuesto a algún alimento, el experto recomienda utilizar criterios basados en valor nutricional, de modo que reduzca el consumo de los alimentos menos saludables.

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