El cuarto país más contaminante del mundo, revisa su postura escéptica frente al cambio climático pero dilata la toma de acciones para reducir sus emisiones por la elevada dependencia de los combustibles fósiles, la principal fuente de ingresos del país.

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“Nuestra civilización se desarrolla de manera acelerada y nadie quiere que, como resultado final, volvamos a vivir en cuevas debido a un colapso ecológico”, dijo recientemente el presidente ruso, Vladímir Putin.

“Por eso nosotros, como personas responsables, trabajaremos para que el equilibrio energético, por lo menos en el caso de Rusia, sea lo más verde posible”, prometió.

Esta postura contrasta con la que el propio líder ruso ha mantenido durante años, cuando llegó a dudar de que la actividad humana fuera el principal causante del calentamiento global.

Putin incluso llegó a mencionar “cambios cósmicos” y “movimientos imperceptibles para el hombre en la galaxia” como factores desencadenantes de las alteraciones en marcha en la Tierra.

Ahora, sin embargo, admite el creciente impacto antropogénico en el cambio climático y reconoce que su país es uno de los más afectados por el calentamiento global, que se ha traducido en devastadores incendios e inundaciones.

Los cambios en la postura de las autoridades también quedaron reflejados en la ratificación en septiembre pasado del Acuerdo de París, el primer pacto global vinculante sobre el clima y que Rusia había firmado tres años atrás.

“Solo se puede detener el cambio climático a través del esfuerzo común”, dijo al respecto el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev.

El país, que solo contamina menos que China, EE.UU. y la India, todavía tiene que adaptar el Acuerdo de París a su legislación, algo que, según sus autoridades, ocurrirá en los próximos tiempos.

Pero Rusia está muy atrasada en medidas que en otros países ya son parte de la vida cotidiana, como por ejemplo el reciclaje o cada vez más las energías renovables.

Su gran dependencia de las fuentes tradicionales de energía hace que las energías renovables en la cesta energética ocupen únicamente el 0,2 % en la actualidad, según dijo a EFE la Asociación rusa de Desarrollo de las Energías Renovables, que señaló que con las ayudas aprobadas la cifra puede subir hasta el 1% en 2024 y el 4% en 2035.

Y es que las grandes empresas del sector de las energías fósiles, la principal fuente de riqueza para Rusia, “se oponen de una forma muy activa a cualquier intento estatal” de regular las emisiones de CO2, dijo a EFE Vladímir Chuprov, jefe del departamento energético de Greenpeace en Rusia.

“Pero la buena noticia es que las autoridades han ratificado el acuerdo sin discusión en el Parlamento para sortear así críticas de los defensores de fuentes de energía tradicionales”, apuntó.

Según la organización ecologista, el Gobierno ruso ha mandado un claro mensaje al mundo de que no quiere estar al margen de la agenda climática, “a pesar de a la postura de los escépticos del clima”, que cuentan con muchos apoyos en los órganos del poder y los medios.

Pese a reconocer ya el carácter antropogénico del cambio climático, las autoridades del país no tienen prisa en introducir cambios en la política energética, en opinión de Chuprov.

“Se entregan nuevas subvenciones y licencias para la extracción de petróleo, mientras la financiación de medidas de seguridad contra los incendios forestales deja mucho que desear”, dijo en alusión a los devastadores incendios en Siberia en verano pasado.

El impacto del cambio climático se aprecia en Rusia de distintas formas, los inviernos se atrasan, hay más inundaciones y cada vez son mayores los incendios forestales.

Según las estadísticas oficiales, Rusia se calienta 2,5 veces más rápido que la media del resto del mundo. Solo entre 1976 y 2016 las temperaturas subieron 0,45 grados de media por década.

Ese aumento guarda riesgos tanto para la población como para la economía del país, según un informe del Servicio Hidrometeorológico de Rusia (Rosguidromet).

“El reto del calentamiento global y los procesos peligrosos que acarrea para las infraestructuras económicas y la población es muy grave. Luchar con las amenazas del clima cambiante es sumamente difícil. Menosvalorar o sobrevalorar los riesgos que van surgiendo es desaconsejable en igual medida”, señala Rosguidromet.

El fenómeno del calentamiento de Rusia a mayor velocidad que el resto del planeta lo mencionó este año en varias ocasiones el presidente ruso, tradicionalmente reacio a comentar el tema.

Los cambios del clima podrían costar a Rusia entre un 1 y un 2 % de su PIB anual, advirtió a su vez el Ministerio de Agricultura, que sostiene que el calentamiento global repercute, sobre todo, en la industria agrícola.

Al mismo tiempo, Agricultura ve también un “efecto positivo” en el calentamiento a plazo medio, que estaría relacionado con el “aumento de terrenos aptos para el cultivo” y permitiría compensar parcialmente las pérdidas del sector por las alteraciones del clima.

Mientras los políticos y expertos tratan de ponerse de acuerdo sobre la magnitud del cambio climático y sus consecuencias, unos pocos jóvenes rusos salen a la calle cada semana para concienciar a la sociedad y pedir acciones rápidas ante la emergencia global.

Uno de ellos es el moscovita Arshak Makichyan, de 25 años, quien participa en la iniciativa “Fridays For Future”, impulsada por la activista sueca Greta Thunberg, desde hace más de 35 semanas.

“Todo está en nuestras manos y no importa que ahora somos pocos porque ya tenemos un movimiento que se está expandiendo y no vamos a rendirnos”, dijo a EFE este joven violinista, que después de graduarse del Conservatorio de Moscú quería estudiar en Berlín, pero decidió quedarse en Rusia para luchar por un planeta menos contaminado.

Makichyan no tiene mucha confianza en la implementación del Acuerdo de París en su país, pero cree que la ratificación del documento también es un paso positivo porque los problemas del clima comienzan a ser abordados “como algo real y no ficticio”, algo que en este país nunca antes había pasado “a diferencia de Europa y EE.UU.”.

“Nadie puede escapar del cambio climático, estés en Rusia o en otro país. Es algo que nos afecta a todos”, señaló el activista quien próximamente partirá rumbo a Madrid para participar en la cumbre del clima.

Fuente: EFEverde

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