Los incendios forestales de los últimos meses lograron emitir un récord de 244 megatoneladas de dióxido de carbono, un 35% más que el año pasado. Los expertos sugieren que se debe a la afectación en as turberas, los ecosistemas más densos en carbono de la tierra.

Crédito: Kirill Kukhmar / TASS / Getty

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Los incendios forestales están ardiendo a lo largo del Círculo Ártico desde hace algunas semanas. La temporada de incendios que disminuyó a finales del mes pasado, logró emitir un récord de 244 megatoneladas de dióxido de carbono, un 35% más que el año pasado. Los expertos sugieren que este aumento se podría dar por la afectación a las turberas, suelos de carbono que se acumulan a medida que las plantas anegadas se descomponen lentamente durante miles de años.

Las turberas son los ecosistemas más densos en carbono de la tierra. Una turbera típica del Círculo Ártico contiene aproximadamente diez veces más carbono que un bosque boreal. Cuando este suelo se quema libera su antiguo carbono a la atmósfera, sumándose a los gases que atrapan el calor y causan el cambio climático. En un estudio publicado el mes pasado, se muestra que las turberas del norte podrían pasar de sumidero neto de carbono a una fuente continua de carbono que acelerará el daño ambiental.

Casi la mitad del carbono almacenado en las turberas se encuentra entre 60 y 70 grados al norte, a lo largo del Círculo Ártico. Los expertos señalan que a medida que se derriten los suelos congelados, ricos en carbono, se hacen aún más vulnerables a los incendios forestales y se liberan grandes cantidades de carbono. La situación se convirtió en un círculo vicioso: a medida que las turberas liberan más carbono, aumenta el calentamiento global que derrite más las mismas turbas y provoca más carbono sucesivamente.

La temporada de incendios en el Ártico comenzó a principios de 2020. En mayo hubo incendios al norte de la línea de árboles en Siberia, lo que normalmente ocurría hasta julio. Una de las razones son las altas temperaturas en invierno y primavera. Otras hipótesis también señalan que la turba pudo haber estado ardiendo bajo el hielo desde hace meses y ahora surgió en la primavera cuando el hielo se derritió. “Comienzan mucho más al norte de lo que solían hacerlo, en paisajes que pensamos que eran resistentes al fuego en lugar de propensos al fuego”, señaló a Nature Jessica McCarty, geógrafo de la Universidad de Miami en Oxford, Ohio.

El Sistema Ruso de Monitoreo Remoto de Incendios Forestales logró identificar 18.591 incendios en los dos distritos más orientales de Rusia, con un total de casi 14 millones de hectáreas quemadas. La mayor parte de la quema ocurrió en zonas donde el suelo normalmente está congelado durante todo el año.

Los incendios de este año en las turberas del Ártico afectan en gran medida el cambio climático, pues a diferencia de los bosques boreales, estas no vuelven a crecer rápidamente después de un incendio por lo que el carbono liberado se pierde permanentemente en la atmósfera.

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