La Amazonía colombiana fue una de las primeras víctimas visibles de la pandemia del Covid-19 en el país. El virus entró a territorios en medio de la selva y afectó a las comunidades, que, por lo general, se encontraban a horas de distancia de un centro de salud y que no tenían como reaccionar en caso de que los casos se agravaran. Cientos de organizaciones que acompañan a los indígenas en diferentes departamentos de la región iniciaron campañas para explicar en lenguas locales qué era el virus y de qué debían cuidarse, incluso, muchos resguardos se aislaron y prohibieron la movilización por el río, uno de los principales focos de transmisión. Sin embargo, los estragos de una enfermedad desconocida y de las fallas del sistema de salud en el Amazonas no se hicieron esperar.
Según los datos presentados por la Fundación Gaia Amazonas, a través del informe multimedia COVID-19 en la Amazonía colombiana, el impacto de una pandemia en la selva, entre el 17 de abril y el 31 de octubre, la Amazonía colombiana reportó 22.721 casos de COVID-19. De estos, casi el 80% (18.164) sucedieron en el último trimestre del 2020. En un inicio, el Amazonas fue el departamento más golpeado y aunque el pico de contagio se redujo, mantiene una tasa de letalidad más alta con relación al resto del país.
Para Gaia Amazonas, la región se enfrentó a un contagio que podía entrar a las comunidades desde diferentes frentes y se podía expandir fácilmente debido al desplazamiento entre ríos, la precaria infraestructura de salud y la remota ubicación de los territorios Indígenas. “En la Amazonía, los ríos son el medio más lento, y el único, para llegar a un centro de salud y recibir atención de emergencia en caso de un contagio”, indicó la fundación a través de un comunicado.