Según la ONU, en el mundo anualmente se pierden 24.000 millones de toneladas de suelo fértil y más de un cuarto de las tierras ya no son utilizables.

desertificacion

El secretario ejecutivo de la Convención de la ONU contra la Desertificación, Ibrahim Thiaw, y el Administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Achim Steiner, advierten que más de 1.300 millones de personas viven ya en tierras degradadas y más de un cuarto de tierras productivas no son utilizables.

Thiaw y Steiner explican que las prácticas agroindustriales llevan a la pérdida de una tasa anual de 24.000 millones de toneladas de suelo fértil en el mundo, factor que influye, entre otros, en los conflictos de África y en las migraciones de miles de personas en América Central, entre otros lugares.

Asimismo, un informe europeo del Joint Research Centre (JRC) advierte de que la erosión se incrementa con actividades como la deforestación, la urbanización masiva y los incendios forestales, procesos que aceleran la desertificación y la hacen irreversible.

El director del Centro de Investigación sobre Desertificación del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Patricio García, recuerda que la degradación de las tierras es una situación “heredada de los años de necesidad económica y de autosubsistencia en los años treinta del siglo pasado en los que la agricultura y la ganadería eran el motor de la economía”.

Esta situación se ve agravada por una acelerada pérdida de biodiversidad, como lo señala el último informe del Panel Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés), según los expertos de la ONU.

Por ello, las organizaciones y los expertos señalan que está en manos de los consumidores cambiar la situación con un consumo sostenible y la reforestación.

“Un 20 % del suelo, el equivalente a la superficie de Andalucía, se encuentra ya tan degradado que no cabe suponer que se pueda dar un proceso de regeneración natural del suelo”, ha explicado el presidente de la Asociación Reforesta, Miguel Ángel Ortega.

Ortega cita como ejemplo las llevadas a cabo en la localidad madrileña de Villamanrique de Tajo “donde sólo llueve unos 350 litros al año” y es necesario regar “a lo largo del verano e incluso desde febrero”,

La reforestación requiere plantar la especie dominante pero también otras que la acompañen puesto que es necesario “un cortejo de acompañantes para que el bosque sea funcional y preste lo que se conoce como servicios ecosistémicos” como la fijación de carbono.

La biodiversidad, ha insistido Ortega, “hace al bosque más resistente ante perturbaciones como el cambio climático, las plagas y los incendios”.

EFEverdeerde

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