A través de la campaña “Wild For Life”, la ONU reconoce los delitos cometidos contra la naturaleza y los define como una amenaza para la vida humana.

Imagen: La Bioguía

Imagen: La Bioguía

Según la Convención de Ramsar, los humedales son “extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”.

Existe un tipo especial de humedal denominado turbera, que ocupa el 3% de la superficie del mundo. Su nombre se debe a las altas cantidades de materia orgánica en descomposición llamada turba en el suelo. Además, una característica muy importante que poseen es que son capaces de almacenar el doble de carbono que todos los bosques del mundo juntos.

Los humedales son uno de los ambientes más productivos del mundo. Funcionan como suministro de agua dulce y alimento, proveen recursos madereros, regulan crecidas y recargas de agua subterránea, y albergan gran cantidad de diversidad biológica.

Península Mitre, ubicada en Tierra del Fuego, Argentina, comenzó a formarse hace 18.000 años y representa el 84,4% de las turberas del país. Posee un alto grado de biodiversidad, un estado prístino casi sin disturbios asociados y una expansión superficial de 2400 km2 para capturar y fijar carbono, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático.

La especie vegetal que predomina en la región occidental de Tierra del Fuego es Astelia pumila, la cual absorbe 4 veces más carbono que otras especies. Según la página oficial de “Wild For Life”, la turbera Península Mitre, lleva almacenada hasta la actualidad, un total de 315 millones de toneladas métricas de carbono, lo que equivale a las emisiones que produce el país en más de 3 años.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) afirma que la protección y restauración de estos ecosistemas, son una herramienta concreta que puede colaborar a la mitigación de la curva del calentamiento global hacia 2030.

Por su lento crecimiento, las turberas tardan mucho en recuperarse una vez que son alteradas, por lo que su conservación debe ser prioritaria. Si estas fueran dañadas, todo el carbono fijado volvería a la atmósfera, generando un impacto negativo de gran magnitud.

Muchas organizaciones han estado trabajando para su protección, y ahora buscan que Península Mitre y sus aguas circundantes se conviertan en un parque provincial rodeado por un área marina protegida.

Martina Sasso, coordinadora de Sin Azul No Hay Verde, programa de conservación marina de la Fundación Rewilding Argentina, remarcó la importancia de contar con zonas como Península Mitre, y explicó que la restauración de los ecosistemas tiene que ser un “esfuerzo de todos” y que “el cambio climático no discrimina y sus impactos globales tampoco”.

Los últimos eventos catastróficos de quemas en humedales y bosques en todo el país han generado un estado de alerta y una noción sobre lo importante que es conservar los ecosistemas del mundo.

Fuente

Noticias Relacionadas

El Mediterráneo Occidental se une frente a la sequía y el cambio climático

Leer Nota

¿Puede la carne sintética eliminar el maltrato animal y aliviar la crisis ambiental?

Leer Nota

La deforestación en la Amazonía alcanza su mayor nivel en febrero

Leer Nota

El cambio climático alterara la hibernación de los osos pardos a largo plazo

Leer Nota