En muchas regiones del mundo se prevé que la crisis climática afectará, entre otras, a la frecuencia de las olas de calor y los episodios de aire estancado. Esto, además de prolongar los períodos de tiempo en que suben los niveles de ozono, podría agravar aún más las concentraciones máximas de este gas.
La OMS estima que 9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire contaminado y cerca de 7 millones de personas mueren cada año por la exposición a las partículas finas contenidas en el mismo.
De acuerdo con sus informes, la contaminación del aire causa el 24 % de todas las muertes de adultos por cardiopatías, el 25 % de las muertes por accidentes cerebrovasculares, el 43 % de los fallecimientos por enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y el 29 % de las muertes por cáncer de pulmón.
Según datos del informe de la OMS “¡No contamines mi futuro! El impacto de los factores medioambientales en la salud infantil (2017)”, más de una cuarta parte -1,7 millones- de las defunciones de niños menores de 5 años son consecuencia de la contaminación ambiental. De estas, 570.000 son consecuencia de infecciones respiratorias -entre ellas las neumonías-.
A nivel mundial, se producen unas 223.000 muertes relacionadas con el cáncer de pulmón y, aunque la contaminación es uno de los factores de riesgo de menor alcance -1 de cada 10 tumores pulmonares se deben a esta causa, mientras el tabaco es responsable de hasta un 90% de los mismos en hombres y un 80% en mujeres-, la población expuesta es muy amplia.