El auge de la construcción de viviendas e infraestructuras en Kenia ha provocado una demanda de materiales para el sector, como la arena, un recurso del que según un informe de la ONU presentado esta semana se consume anualmente entre 40.000 y 50.000 millones de toneladas en el mundo.

Crédito:  EFE/Lourdes Uquillas

Crédito: EFE/Lourdes Uquillas

La arena que se consume en Kenia no siempre proviene de explotaciones legales controladas sino más bien de la explotación local y manual de los ríos, desarrollada por cientos de ciudadanos que han visto en ello un filón para sacar unos pocos recursos más para su maltrecha economía y que están provocando graves daños a los ecosistemas de los ríos.

Anteriormente se obtenía arena fina que estaba en la superficie y era vendida directamente para la mezcla con cemento y grava para la construcción, pero ahora estos extractores manuales deben cavar más profundamente y sacan una arena más gruesa que va acompañada de pequeños cantos.

Aproximadamente se sacan “unas 1.100 toneladas por temporada de esta zona del río”, explica Fred Nyongesa, representante de la Oficina keniana de Recursos Hídricos. “Es una actividad estacional en zonas rurales donde la economía de las familias, con entre seis u ocho hijos, se basa en la agricultura”.

El impacto de esta actividad se ve luego en la época de lluvias, explica Nyongesa, porque el nivel del agua sube y provoca inundaciones por la destrucción de los ecosistemas que ya no retienen los sedimentos e inunda los huertos y cultivos cercanos a los ríos.

Unos metros antes de donde desarrollan su actividad los extractores de arena, una cuantas mujeres lavan ropa rodeadas de niños con una agua de color verde oliva, que también está sufriendo los efectos de los “residuos del jabón -rico en fósforo- que destruye la biodiversidad”, dice Nyongesa.

Antiguamente “en el río había tilapia y otras especies que servían de sustento para las familias”, según el funcionario, sin embargo ahora ya no se encuentran casi peces en la zona y quien quiera buscarlos debe caminar hacia zonas aún sin explotar, señala.

Para el consumo humano se ha construido un pozo a unos metros de la orilla del río, del que se extrae agua a varios metros de profundidad, que es trasladada por hombres o mujeres en bidones o cubos hasta sus hogares.

Pero la extracción de arena es una actividad en la que participan particulares y empresas que deben abastecer el ritmo de construcción en el que se ha embarcado el país, y así se puede observar a lo largo de la carretera con un sinfín de urbanizaciones, centros comerciales y el ensanchamiento de la vía a Mombasa -en manos chinas.

Y, efectivamente, se observa una presión desmedida por llenar de concreto toda la superficie que lo permita, pero con falta de agua y red de saneamiento -a lo largo del camino se puede observar agua estancada o personas trasportando bidones para consumo familiar.

O vías que conecten los inmensos caseríos a los que ahora se accede por caminos de tierra con la carretera principal, una vía invadida de automóviles, autobuses y camiones de trasporte de mercancías.

Pero el beneficio, sospechan las autoridades, lo puede estar sacando también una fábrica a escasos kilómetros del río, la Bamburi Special Product Ltd., que se dedica a la fabricación de arena, cemento y grava, y que asegura desarrolla una actividad totalmente “respetuosa con el desarrollo sostenible”.

EFEverdeerde

Noticias Relacionadas

¿Puede la carne sintética eliminar el maltrato animal y aliviar la crisis ambiental?

Leer Nota

El cambio climático alterara la hibernación de los osos pardos a largo plazo

Leer Nota

El coche eléctrico aumenta considerablemente el consumo de litio a nivel mundial

Leer Nota

El cambio climático eleva los riesgos ambientales a “graves”

Leer Nota