Centroamérica, Ecuador, Perú, Nepal, el Cuerno de África, Venezuela... Cada día, 37.000 personas se ven forzadas a abandonar sus hogares, según el último informe de ACNUR. Los países de los que parten son diversos; los objetivos, universales: salir de la espiral de pobreza en la que les ha sumido la desigualdad y alcanzar una vida digna.
"La migración ha existido y existirá pero pese a lo que pueda parecer, en este momento la gente se queda en el país donde nace. La movilidad intensa es interregional y la mayoría de las personas refugiadas están en sus países vecinos, no en Europa", apunta María Jesús Herrera, Jefa de Misión en Madrid de la Organización Internacional de Migraciones, durante la presentación este martes de la campaña #OperaciónSalida puesta en marcha por la ONG Ayuda en Acción.
Las personas que realizan desplazamientos, internacionales e internos, y los refugiados crecen cada año y suman 300 millones. De ellas, más de 1.300 millones viven en situación de pobreza multidimensional. Y la mitad son menores.
Las causas que obligan a millones a embarcarse en esta operación salida planetaria no son sólo la violencia, los conflictos armados, o las situaciones sociopolíticas. Las grandes sequías, los desastres naturales o las inundaciones han convertido muchos lugares en inhabitables.
Las consecuencias de los fenómenos atmosféricos relacionados con el cambio climático, como los ciclones, dejan a su paso hogares derruidos, campos arrasados de los que es imposible seguir alimentándose y una sequía que imposibilita cualquier forma de vida. En 2017, casi 19 millones de desplazamientos estuvieron relacionados con los factores climáticos fuera de control que provoca el nomadismo ganadero motivado por la sequía.