El impulso de la minería de cobre, que avanza hacia el sur, está amenazando con destruir uno de los reservorios de agua dulce más grandes del mundo

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Aunque los glaciares en América del Sur han estado sufriendo en las últimas décadas los efectos del aumento de la temperatura fruto del cambio climático, ésta podría no ser la única amenaza que se cierne sobre uno de los reservorios de agua dulce más importantes del mundo.

Por el contrario, los extensos depósitos de cobre que existen bajo los hielos del subcontinente podrían acelerar su destrucción, con repercusiones incalculables.

Así parece estar ocurriendo en Chile, donde una combinación de temperaturas altas, un largo período seco que lleva ya nueve años y la actividad minera están debilitando los glaciares en el centro del país.

"En menos de dos décadas algunos de los glaciares habrán desaparecido, mientras que el total de glaciares en Chile se habrá achicado a la mitad para el final del siglo", indicó Gino Cassasa, geólogo empleado por el gobierno chileno, en diálogo con la periodista de Bloomberg, Laura Millan Lombrana.

Parado al pie del Olivares Alfa, el mayor de los glaciares en el centro de Chile, Cassasa destacó que la zona debería estar cubierta de nieve, como es usual en invierno, y sin embargo ésta ha sido escasa este año por las temperaturas altas, por encima de los 0 grados centígrados.

El achicamiento de los hielos está presentando un dilema económico y político para el país, que alberga el 80% de los glaciares en Sudamérica y depende de estos para suplir sus necesidades de agua dulce en tiempos de sequía.

Las autoridades lo saben, y en 2008 se formó una unidad especial, dirigida por Casassa, para inventariar los glaciares con el objetivo de protegerlos. Su primer informe llegó en 2014, y se espera una actualización para fines de este año, de acuerdo al artículo de Millan Lombrana para Bloomberg.

Existe además un proyecto de ley en el parlamento que aspira a establecer una protección legal para los hielos, pero el actual gobierno de Sebastián Piñera se ha proclamado en contra para evitar los posibles daños al sector de la minería de cobre, motor histórico de la economía chilena.

En concreto la ley propone la prohibición de explotación minera no científica de los glaciares y sus alrededores, considerando a cualquier violación como un crimen.

Chile es el mayor productor de cobre, un metal estratégico utilizado en telecomunicaciones y electrónica, y extrae cada año un 30% del total consumido por el mundo, lo que equivale al 10% del PIB chileno y más de la mitad de sus exportaciones. Se trata de una industria valuada en 19.000 millones de dólares.

Pero muchos glaciares se encuentran justo por encima de los depósitos de este mineral, lo que ha generado una discusión sobre el balance necesario entre cuidado medioambiental y desarrollo económico.

Para el ministro de minería chileno, Baldo Prokurica, los dos objetivos no son mutuamente excluyentes.

"La minería puede realizarse sin dañar el medio ambiente y eso es lo que queremos hacer", expresó, citando a Canadá, Noruega y los Estados Unidos como casos exitosos del cuidado de ambos.

Prokurica también señaló que la legislación propuesta en el parlamento es demasiado amplia.

Pero mientras que el gobierno rechaza la ley, este año deberá también organizar la cumbre de cambio climático de las Naciones Unidas COP25.

"Si no apoyan la ley de glaciares, demostrarán que la organización de la COP25 es sólo para la foto", dijo Guido Girardi, senador de la oposición que promueve el proyecto. "Nos enfrentamos a una catástrofe y no proteger a los glaciares ya no es una opción", agregó.

En décadas pasadas, cuando Chile casi no tenía protección medioambiental, las mineras solían destruir glaciares sin preocupación, muchas veces exhibiendo estos procesos como grandes hitos de ingeniería, como ocurrió con la mina Andina explotada en los 70s por la estatal Codelco.

Hoy se sabe, en cambio, que los glaciares son necesarios para evitar la suba de las temperaturas, aumentar la humedad en el aire y mantener el volumen de agua en los ríos del país, alimentados por la Cordilleria de los Andes.

De hecho, los glaciares han permitido que Chile mantenga las condiciones climáticas estables cuando la sequía se instala desde Sudáfrica hasta la India en la misma franja. Aún hoy el 70% de la población del país vive en la zona centro, protegida por los glaciares.

Pero eso podría cambiar.

La mayoría de las minas chilenas están asentadas en el norte, cerca del desierto de Atacama. Pero muchos productores están mirando al sur buscando nuevos depósitos, bloqueados por los hielos.

"Los pedidos de exploración y explotación en áreas con fuerte presencia de glaciares están aumentando", dijo Francisco Ferrando, experto en glaciares y profesor en la Universidad de Chile, a Bloomberg.

La mayoría de los glaciares están por fuera de parques nacionales, es decir desprotegidos y susceptibles de ser explotados, aunque los permisos se estudian y otorgan caso por caso. Por ejemplo, los glaciares al aire libre suelen estar más cuidados por la autoridades que los que se encuentran bajo tierra y entre la roca.

Estos últimos son, entonces, los más afectados por la minería, que acelera su derretimiento mediante las vibraciones y perforaciones en la zona. También, la extracción de cobre requiere de enormes cantidades de agua, disponible en estos hielos.

De acuerdo a una investigación académica publicada por Alexander Brenning (Universidad de Waterloo) y Guillermo F. Azócar (Universidad Católica de Chile), prácticamente todas las mineras que operan en Chile han tenido impacto sobre los glaciares, incluyendo la británica Anglo American en la mina Los Bronces y la chilena Antofagasta Plc. en Los Pelambres.

De hecho Anglo American y Codelco están actualmente explotando el mayor reservorio mundial de cobre a unos 65 kilómetros de Santiago y justo al lado del glaciar Olivares Alfa, aumentando los peligros de derretimiento y la consiguiente desertificación.

Las mineras rechazan estas preocupaciones y alegan que la reducción de los glaciares se debe mayormente al cambio climático y a la contaminación generada por las industrias en Santiago.

Además, estas empresas aseguran estar tomando medidas para mitigar los efectos en el medio ambiente, y Anglo American dice estar convencida de que "la minería y la preservación pueden coexistir", de acuerdo a un comunicado enviado a Bloomberg.

Pero tanto las mineras como el gobierno de Piñera se oponen fuertemente a la legislación de glaciares, que de aprobarse frenaría la producción en cuatro minas y destruiría 34.500 puestos de trabajo, con una caída en la producción de cobre del 11%.

Sin embargo, el apoyo a la ley crece y Piñera no cuenta con una mayoría propia en el parlamento para bloquear el proyecto.

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