En época de pandemia por el COVID-19 y con casi todos los vuelos suspendidos en el Aeropuerto Internacional de Carrasco, situado a las afueras de Montevideo, un grupo de 50 aves rapaces, entre ellas águilas, gavilanes y halcones, siguen su actividad en la principal terminal aérea del país.

Crédito: EFE/Federico Anfitti

Crédito: EFE/Federico Anfitti

Pese a que el turismo está detenido, las fronteras cerradas y la actividad aeroportuaria se limita a los vuelos de repatriación o evacuación de extranjeros varados, Cetrería del Sur continúa con su custodia de 24 horas diarias del recinto para que otros animales no interfieran en la normal operación aeronáutica.

“Nuestra tarea es mitigar el riesgo que genera la fauna. Somos parte de un equipo, el de operaciones, en donde trabajamos lo que es la seguridad operacional”, cuenta a Efe el director de esa empresa, Mauricio Rattín.

Durante una charla en el aeropuerto y mientras las aves se adueñan del cielo de esa zona, Rattín señala que Cetrería del Sur trabaja con métodos de control de efecto reactivo o preventivo.

Entre los primeros, están los perros de acoso y un sistema de disparo de pirotecnia que se utiliza para hacer una dispersión y permitir llevar adelante alguna de las operaciones.

En los preventivos aparece el control biológico con cetrería como método principal, con el que se busca “crear una zona insegura para la fauna y que esta se desplace por miedo” y la cetrería robótica como alternativa, aunque la eficacia de esta solo se da si se usa de forma intercalada con las aves verdaderas.

“De esa manera desestimulamos su presencia en el predio y como consecuencia se reduce el riesgo de colisiones con las aeronaves”, puntualiza el cetrero.

El cetrero explica orgulloso el éxito que ha tenido su trabajo en el último tiempo si se tienen en cuenta los indicadores que fija la actividad aeronáutica.

“El número aceptable es un impacto cada mil operaciones. Nosotros en el acumulado de los últimos diez años estamos casi diez veces por debajo de ese nivel, contabilizando únicamente los vuelos comerciales”, concluye.

Rattín señala a Efe que los vuelos que la empresa lleva a cabo a primera hora de la mañana son con aves de cuatro especies: águila mora, gavilán mixto, halcón aplomado y halcón peregrino que, dice, “tienen características diferentes tanto en su vuelo como en su anatomía”.

Estos animales viven en un predio que Cetrería del Sur tiene dentro de la terminal, en el que no solo se reproducen, sino que también se rehabilitan gracias al trabajo que la empresa lleva adelante con distintas organizaciones.

“Trabajamos con diferentes organizaciones que captan esas aves que necesitan ser rehabilitadas y las que no se pueden reintroducir las incorporamos al plantel y con ellas trabajamos aquí”, subraya el cetrero.

En cuanto a las aves que son perseguidas por las que ellos entrenan, la idea no es que sean cazadas sino ahuyentadas, aunque en algunos casos existen las capturas.

“Cuando eso ocurre tratamos de salvar esa presa, se anilla, se liberta afuera del predio y tenemos una alta probabilidad de que sobreviva”, señala Rattín.

En este momento y mientras el principal aeropuerto uruguayo recibe entre un 5 % y un 10 % de los vuelos que llegaban antes del cierre de fronteras, muchos de los animales que habitan esa zona han aprovechado para ganar terrero, según cuenta a Efe Gustavo Casás, oficial de control aéreo y fauna de Cetrería del Sur.

Por tal motivo, señala que, en algunos momentos, ellos tienen que trabajar más “para evitar que eso se normalice”.

Desde su punto de vista, el avance de los animales que se da en el mundo actualmente ante la disminución del movimiento humano “puede ser algo negativo”, porque estos “pierden el miedo”.

“Yo prefiero que los animales nos tengan miedo en defensa de ellos”, dice Casás.

En el caso del aeropuerto, el cetrero indica que “algunas especies han perdido un poco el miedo” y pone como ejemplo a los zorros, que se han aproximado más de lo normal a las principales edificaciones que tiene la terminal aérea.

Estos animales ya forman parte de una fauna que tiene el aeropuerto, donde Casás contó más de 205 especies de aves, además de insectos, mamíferos y reptiles que ocupan la pradera, los pastizales y los bañados cercanos, a la espera de que regresen la actividad habitual y los viajeros.

Fuente: EFEverde

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