Como si de un espectáculo de magia se tratara, las palomas y las tórtolas, que tienen la peculiaridad de ser muy tolerantes a las personas, han decidido aprovechar las ventajas del nuevo entorno y se pasean y sobrevuelan en bandadas nuestras calles, ahora sin presencia humana.
Estas aves, con gran capacidad reproductiva y perfectamente adaptadas al entorno urbano, causan graves daños por corrosión con sus deposiciones en los patrimonios artístico y arquitectónico de las ciudades, así como transmiten enfermedades respiratorias al ser humano.
Por todo ello, muchos municipios de todo el mundo tratan de luchar contra la superpoblación de las palomas y han comenzado a poner en práctica medidas de estabilización o reducción de las colonias con anticonceptivos.