Un estudio publicado en la revista Royal Society Open Science reveló que las poblaciones de las ballenas jorobadas han empezado a recuperarse.

ballenajorobada

Una de las poblaciones de ballenas que había sido llevada casi al borde de la extinción a causa de la caza comercial a principios del siglo XX, ha mostrado una importante recuperación en su números, informaron investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Noaa, por sus siglas en Inglés) de Estados unidos.

Aunque son muchas las poblaciones de ballenas jorobadas en el hemisferio sur, (siete, para ser exactos) que se diferencian por su genética distinta y su comportamiento migratorio; el estudio se refiere a las que frecuentan el suroeste del Atlántico. Es decir, esas que pasan el invierno en las costas de Brasil y viajan en verano a las aguas subantárticas y antárticas para alimentarse de los grandes cardúmenes de kril – un crustáceo de tamaño pequeño, propio de las aguas frías de las inmediaciones de la Antártida.

De hecho, fue en su viaje hacia las aguas del sur que los mamíferos marinos se pusieron en contacto con la pesca industrial del sur de Georgia, activa desde 1904 y que opera a las afueras del Territorio Británico de Ultramar. Entonces, barcos cazadores y arpones se encargaron de reducir la población de casi 27.000 integrantes, a solo unos cientos, acercándolos al borde de la extinción.

Las ballenas jorobadas fueron atacadas en las aguas cercanas a la costa y sus números cayeron rápidamente a niveles insostenibles. Incluso, se había vuelto tan raro encontrarlas a finales de la década de 1920, que los barcos balleneros solo capturaban unas pocas docenas por año, lo que llevó a que diversificaran su caza a otros tipos de ballenas antes de que se introdujera la moratoria en la década de 1980.

Sin embargo, este estudio revela que las ballenas jorobadas están muy cerca de recuperar el número de integrantes que tenían: se calcula que ahora hay un poco menos de 25.000 individuos en el suroeste del Atlántico, es decir, cerca del 90% de animales que había antes de la explotación.

“Es una historia positiva”, aseguró el autor principal del informe, Alex Zerbini, que trabaja en el Servicio Nacional de Pesca Marina, que hace parte de la Noaa.

Las ballenas jorobadas están protegidas desde la década de 1960. Aunque continuaba la caza ilegal en ese momento, la recuperación probablemente comenzó a principios de la década de los 70, asegura el estudio.

“En realidad, no medimos nada hasta la década de 1980, y fue hasta que hicimos la primera evaluación adecuada a principios de los 2000 que nos dimos cuenta de lo bien que se estaban recuperando”, aseguró Zerbini.

Las estimaciones del tamaño de la población dependen de varias técnicas contables y de recuento de datos. Incluso, la misma industria ballenera se caracterizó por tener detallados registros del número de ballenas que cazaban, lo que también permitió conocer la difícil situación a la que llegaron posteriormente.

Pero, además de esto, el registro del número de animales hace parte de una mezcla de observación, encuestas a barcos y aviones de Brasil, y modelos estadísticos.

En el mundo y como especie, las ballenas jorobadas figuran como una especie en “Preocupación Menor” en la Lista Roja de especies en peligro de extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), pero todavía hay bastante incertidumbre sobre el estado preciso de las diferentes subpoblaciones.

Sin embargo, no todas son buenas noticias. También hay evidencia de que el Kril (la dieta básica de estas ballenas) está retrocediendo hacia los polos a medida que los océanos se calientan: “Ha habido un retroceso hacia el sur del Krill en el Atlántico, y lo que eso podría significar es que las ballenas tengan que viajar más al sur para encontrar lugares de alimentación óptimos” dijo a la BBC la coautora de la investigación, Jennifer Jackson, de la British Antartic Survey. “Por supuesto, una reducción en el Kril afectará la cantidad de ballenas que el hábitat puede soportar”, reiteró.

Además, la población de las ballenas se recupera lentamente pues su proceso de apareamiento sucede una vez cada dos años, ya que la gestación dura al menos once meses y se da a luz a una sola cría.

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