Los contaminantes químicos de todo tipo que se adhieren a los microplásticos durante el tiempo que estos flotan en los océanos, pueden provocar problemas de salud, según revela un estudio realizado con lubinas, una de las especies de pescado más consumidas en toda Europa.

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Desde hace años, varios estudios científicos vienen advirtiendo de que es tal el volumen de plástico que acaba en los océanos (de 7 a 13,5 millones de toneladas cada año, solo en Europa), que buena parte del pescado que después llega a la mesa de los consumidores ha comido fragmentos de ese tipo de basura a lo largo de su vida, tanto si es salvaje, como si proviene de granjas de acuicultura en el mar.

Contaminantes del plástico

El Instituto de Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (Ecoaqua) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria publica ahora en la revista “Science of the Total Environment” los resultados de un estudio que supone dar un paso más en ese campo, porque a los investigadores les preocupan tanto o más que los microplásticos, los contaminantes que se adhieren a ellos.

Los autores del trabajo -Daniel Moreno y Simona Rimoldi son los primeros firmantes- recuerdan que los microplásticos pueden absorber diferentes contaminantes, como hidrocarburos aromáticos policíclicos, DDT y sus metabolitos, pesticidas organoclorados, herbicidas y metales pesados, como mercurio o cadmio, entre otros.

El trabajo subraya que, hasta el momento, las investigaciones realizadas sobre microplásticos “parecen sugerir un bajo riesgo para la salud humana, teniendo en cuenta los escasos y controvertidos hallazgos relativos a su acumulación en los órganos de los peces”.

Pero a este grupo científico le preocupan los contaminantes que el pescado ingiere junto con los plásticos, porque “los efectos tóxicos de varios de esos compuestos químicos (…) son bien conocidos: Muchos de ellos son disruptores endocrinos, genotóxicos o inducen una supresión del sistema inmunitario en peces”.

Estudio realizado con lubinas

Por eso, diseñaron un experimento en el que añadieron durante dos meses microplásticos al pienso que reciben como comida ejemplares juveniles de lubinas de acuicultura: a parte de ellas les suministraron fragmentos “limpios” de plástico y al resto, partículas impregnadas con contaminantes químicos que se han detectado en otras ocasiones en ese tipo de basura en el mar.

Los resultados del ensayo mostraron que las lubinas que habían comido microplásticos con contaminantes químicos presentaban una respuesta inflamatoria en el intestino distal y cambios en la flora bacteriana intestinal, algo que no se observó en el resto de animales utilizados como grupo de control.

“Estas perturbaciones en las comunidades microbianas del intestino, incluida la reducción de bacterias beneficiosas del ácido láctico y el aumento de microorganismos potencialmente patógenos (proteobacterias y vibrionales), eran signos innegables de disbiosis intestinal, que a su vez confirmaron los signos de inflamación causados por contaminantes, especialmente cuando se combinan con los microplásticos”, explican los autores.

Desde su punto de vista, los resultados de este experimento “aportan nuevos conocimientos sobre los riesgos potenciales de ingerir microplásticos como portadores de contaminantes en el pescado marino”.

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